jueves, 5 de diciembre de 2013

¿Aceptas ser mi novia?





Edwin Rolando García Caal


Soy un hombre que quiere llevar una relación en serio y por eso quiero pedir formalmente que aceptes ser mi novia. Pero antes te advierto: no esperes de mí un ramo de rosas, una serenata o que te regale una joya. No te abriré la puerta del carro ni te diré melosamente mi amor, mi vida, mi cielo y mi tesoro. Aún no me conoces y eso está bien, porque así debe ser. Un noviazgo es abrir la posibilidad a la esperanza para yo encontrar a la mujer de mis sueños y tú aceptar al hombre de los tuyos. Pero para cuando seas mi novia sé que debes tener claro lo que puedes esperar de mí existir. Y si hay algo sobre lo que quiero cimentar nuestros sentimientos es en la verdad, en la sinceridad y en la honestidad.


No quiero regalarte un ramo de rosas porque la dicha no viene en colectivo sino en singular. Te daré una rosa cuando menos lo esperes, porque creo que es original aparecer romántico en el momento menos indicado y no hacer fila cuando todo el mundo quiere darte abrazos, besos regalos y cosas. Pero también porque es UNA la posibilidad que tengo de llegar a conquistar tus más hermosos sentimientos. Si mi rosa llega a abrirse totalmente y dura mucho más de lo que esperas, sabrás que mi amor está cubierto de pétalos, que no se caerán tan fácilmente, mientras tengan agua y el agua que necesito me la darán tus besos. Y cuando juntos estemos, ya no te regalaré una rosa. Tengo planeado sembrarte un jardín en nuestra propia casa. Porque es mejor despertar cada mañana de primavera viendo por la ventana como se abren los botones que nos dan belleza angelical y no observar en nuestra mesa cómo muere día a día aquella rosa que arrancaron de su cuerpo natural para ponerla en un cristal. 

No esperes de mí que lleve serenata a tu ventana. Porque la alegría vana siempre llega así, con sonido alto y sonando bombos y platillos, para que todo el mundo vea los segundos que dura la emoción de una canción. Tú debes saber que los mariachis de cualquier serenata terminan dejando su traje en una sercha y volviendo a la vida real para sufrir sus penas. Yo prefiero hacerte una canción para que su música sea eterna, para que la escuches una y otra vez con el recuerdo del primer día que la canté y la seguridad de que mientras exista esa música y la letra haya tocado tu corazón, tendrás, con toda la razón, un motivo para mantener vivos tus emotivos sentimientos y seas feliz. En el momento de la tristeza, porque yo pudiera estar lejos, escucharás mi canción en tus oídos y sabrás que soy yo, una música, una letra y un suspiro, que piensa en ti.

Discúlpame si soy directo. Mas creo que eso no es un defecto. Es una garantía. Y te puedo asegurar que gracias a esa cualidad al salir día a día del trabajo, sabrás que no iré a otra parte, nada de reuniones con amigos, nada de emociones inventadas en un partido de futbol. Saldré de mi trabajo y me iré DIRECTO a buscarte, porque lo mejor de mi vida será estar contigo y eso sí te lo puedo ofrecer. 

No te abriré la puerta del carro. Porque tengo claro que el chofer de la reina jamás le dio un beso. Entonces qué gracia hay en eso. Hacerte sentir que eres superior a mí, sólo hará que pienses que no te merezco y que fijes tu mirada en otros hombres, pensando que llegará aquel caballero al que su chofer le abre la puerta. En la vida real, la realeza jamás intimó con quienes les abrieron la puerta, sólo sucedió en los cuentos de hadas y está claro que esos, son puros cuentos. Me han contado mis amigas que aquellos que empezaron abriendo la puerta del carro, ya casados terminaron abriendo día a día la puerta por donde salieron sus oscuros sentimientos y transformando en recuerdos viejos aquella actitud que les había enamorado. En cambio te propongo que seamos iguales, tú para mí y yo para ti. Como dos niños de vecindario que caminan tomados de la mano hacia la tienda, porque encontraron una moneda que alcanza para comprar una gaseosa. 

No te diré melosamente mi amor, mi vida, mi cielo y mi tesoro. Sólo lo diré cuando estemos con la debida calma. Quiero que cuando lo escuches de mis labios, sea en aquellas ocasiones en donde tus sentidos están poniendo atención al sentimiento y así haré que esas palabras no sean de rutina sino todo lo contrario, demuestren la verdadera esencia que me une a tu figura, a tu vida,… a tu alma. 

No te regalaré una joya. No quiero que te roben en menos de lo que canta un gallo lo que yo te pueda dar. O que estés preocupada pensando en donde la puedes esconder antes de salir a caminar. Ni quiero ponerte en riesgo para atraer hacia ti otras miradas que, por el brillo de las joyas y tu realce, tu cariño me quieran robar. Tampoco quiero regalarte algo que por hermoso no lo puedas usar y lo tengas que guardar. Yo quiero regalarte aquello que pueda estar siempre contigo, que te traiga recuerdos míos y que siempre puedas disfrutar. Que pueda crecer como crecerán tus sentimientos y que aún nos abrazará cuando estemos viejos. Eso no es algo pero valdrá más que muchas joyas. 

Y ya pasados de letras, quiero decirte lo que sí te ofrezco. Te ofrezco no decir malas palabras, ni delante de ti, ni a escondidas, ni cuando estemos felices, ni cuando estemos molestos. Si nuestra relación es de respeto, será en todo sentido duradera. Te ofrezco no falsear jamás la alegría, agregando licores al agua fría. Te ofrezco estar 100% sobrio, en el día a día y en los momentos de alegría. Cuando estemos tristes y cuando el baile sea lo único que el alma anhela. Te ofrezco aceptarte como eres, con tus virtudes y tus defectos. Me ha pasado que escucho una canción por primera vez y me encanta, pero también me ha pasado que escucho una canción por primera vez y no me gusta. En el segundo caso, cuando decido aceptar la canción y la escucho muchas veces, termina por gustarme y hasta la canto. Por eso he entendido que lo que uno logra aceptar, siempre le llega a gustar. Entonces qué dices: ¿aceptas ser mi novia?


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