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jueves, 17 de junio de 2021

Descubriendo a mi papá




Mi mamá era la mujer fuerte y enérgica. Decía cuando hacer las cosas y con qué velocidad. Revisaba mi forma de vestir y corregía mi postura. Me besaba en la frente y siempre buscaba la oportunidad para brindarme sus caricias. Su amor era incondicional. Me cargaba, me daba de comer. Era mi mundo y en ese mundo ella era todo. 

Pero un día, cuando yo tenía 5 años un fenómeno natural afectó las casas de la colonia. Mi madre tuvo mucho miedo. Vimos paredes derrumbarse y lo único que decía era: tranquilo, ya viene tu papá. Hasta ese día yo me preguntaba ¿Quién era ese hombre que según mi mamá salía a las 5 de la mañana de la casa y volvía a las once de la noche cuando yo estaba dormido? Ella decía, tu papá te quiere mucho, pero yo creí que no existía. Eso era porque debido a la crisis económica, en ese tiempo mi papá trabajaba de lunes a domingo. Ella me decía que él tenía tres trabajos. Uno de día, uno de noche y uno para fines de semana. 

Cuando él llegó, mi mamá corrió a abrazarlo y con sollozos daba gracias a Dios que había llegado. También me abrazó y me dijo que no me preocupara. Papá ya está aquí, dijo. Ese día descubrí el poder que mi papá tenía en nuestra familia. No era nada material, era sólo su presencia. Detrás de él mi mamá se sentía segura. Con martillo, clavos y muchas tablas reparó todo lo que el viento había dañado. Yo le ayudé acarreando tablitas y descubrí que él no se sabía mi nombre porque me llamaba campeón.

En otra oportunidad, mi papá llegó temprano. Hablaron un momento y luego vi que mi mamá estaba preocupada. Me dijo, ven tesoro. Vamos a dormir. Tu papá perdió el trabajo y ahora no sé cómo vamos a sobrevivir. Tenemos que pedirle a Dios que nos ayude en el porvenir. Hasta ese día yo creí que mi mamá era la que tenía dinero. Siempre se metía la mano a la bolsa y sacaba monedas para regalarme. A mis seis años de edad descubrí el poder económico que tenía mi papá.

Más adelante, descubrí otras características de mi papá. El televisor no funcionaba, no hay señal decía mi mamá. Yo quería ver caricaturas. ¿Eso se puede arreglar? Le pregunté. Ella dijo, supongo que sí, pero la antena está en el techo. Allí solo tu papá puede subir. Mi mamá hace de todo, pero hay cosas que según me dice, solo puede hacerlas mi papá.

En la escuela, todo iba bien. Aunque hice una travesura. La directora llamó a mi mamá. Hablaron mucho. Ese niño necesita dirección, decía. Mi mamá volvió a casa en silencio, yo caminé tomando con firmeza su mano derecha. ¿Me vas a regañar? Le pregunté. Me dijo: no, pero espera que llegue tu papá. Descubrí a los siete años el poder de autoridad que tiene mi papá. Parece que él atiende esas decisiones que tienen que ver con mi futuro. Yo creo que sus ojos miran más allá. Miran lo que va a pasar mañana. Eso no tiene importancia, dijo. Y vi tranquilizarse a mi mamá.

Para ese tiempo, mi papá ya tenía un solo empleo. Los domingos sin faltar nos llevaba a divertir. Jugamos al baseball. Vi que mi papá tenía mucha habilidad. Es deportista, me confirmó mi mamá. Yo le conté. Estoy aprendiendo a caminar como él. Veo como  se sienta y cuantos pasos da cuando camina. Descubrí que es más fácil imitarlo a él que a mi mamá. Mi mamá me enseñó el significado del amor incondicional. Mi papá me enseñó lo importante que es el éxito en una faena y el deseo de triunfar.

No me da pena, decir que descubrí a mi papá cuando me enfrenté a mi primer dilema. Puedo pasar, le dije en su escritorio. Necesito un consejo. En su experiencia tiene un enfoque diferente. Él mira más allá de lo que ve toda la gente. Tiene los pies bien puestos en la tierra y sabe diferenciar lo que trae beneficios o condena.

Descubrir a mi mamá fue cosa fácil, ella es amor. En cambio, terminé de descubrir a mi papá, el día que mi hijo vino al mundo. Cuando me hice señor.

Autor: Edwin Rolando García Caal

miércoles, 16 de junio de 2021

Un hombre con la cabeza blanca



Recuerdo el pelo blanco que cubría su cabeza. Siempre haciendo chistes para hacer reír a la familia y a las amistades. Era un abuelo feliz. Al salir a la calle saludaba a todos los vecinos. Todos lo conocían. Yo me hacía el impaciente porque quería llegar rápido a la tienda y comprar el helado que me había prometido. Pero él tenía tiempo. Tenía todo el tiempo del mundo, no tenía las presiones de mi papá, ni los apuros de mi mamá. Su paso era lento, como observando con detenimiento las maravillas de todo lo que nos rodea. No quería ahorrar. Me dijo: pasé toda mi vida ahorrando, por eso ahora tengo tiempo para gastar mis ahorros y disfrutar con ese dinero las cosas buenas de la vida, pero todo con medida. Todo con medida. Era curioso escuchar que repitiera siempre las últimas frases de cada oración, como enseñando que lo mejor está en el final. No sé cómo funcionaba su cabeza. Un día le pregunté si sus ahorros eran muchos y me dijo, es que no fui tonto, yo pagué seguridad social. Cuando seas grande sabrás qué es eso.

Cuando me siento desanimado recuerdo esos sentimientos de felicidad que transmitía. Él era feliz con mi hermana y conmigo. Eso creo que era el resultado de nuestro interés por pedirle que contara más historias. Nadie quería escucharlo porque decían que repetía mucho las historias. Eso nos gustaba. Abuelo, decía mi hermana: puedes contarnos otra vez la historia de cuando saltaste de una peña hacia la punta de un pino. Entonces él se emocionaba y nos llevaba al sillón. Vengan pues, nos decía. Contar historias era su alegría.

Siempre cargaba un maletín café rojizo. Sólo él sabía la combinación. Al abrir el maletín uno podía observar que llevaba galletas, angelitos y botonetas, sus lentes para leer y unos papeles, no sé de qué. Lo abría y nos regalaba algo de su maletín. Siempre hay que estar prevenidos, afirmaba. Cuando el hambre aprieta no hay nada mejor que una botoneta. Mi abuela comentaba que escondía allí sus chucherías porque tenía prohibido comer chocolate. El café siempre lo tomaba hirviendo. Si no estaba muy caliente entonces no lo quería. Yo creo que su lengua ya no sentía porque solo él podía tomar ese café. Todos los demás que intentamos probarlo nos quemamos la boca. Su cincho era de cuero, pero muy ancho en comparación con los cinchos del resto de varones en la familia. El pantalón siempre le quedaba arriba del ombligo. Su vestimenta siempre de tela, no usaba pantalones de lona, ni zapatos tenis. Debía ser formal. Eso decía. Genio y figura hasta la sepultura, hasta la sepultura.

Siempre esperamos su visita. Cuando nos veía, sin pedir permiso apagaba la televisión y decía: dejemos de ver tanta tontería. Llegó el momento de la alegría. En su casa era otra historia. Cada foto que colgaba en la pared tenía su propia leyenda. En esta foto estábamos iniciando nuestra vida. No había luz, no había agua. A veces en la cena no había nada de comida. Comimos una tortilla y nada más. Nada más. Por eso hay que estudiar. Hay que prepararse para que no cueste ganarse la vida. Si descansas cuando tienes que trabajar, trabajarás cuando tienes que descansar y allí ya no tendrás las mismas fuerzas. No tendrás fuerzas. Como don Lencho. ¿Lo han visto? Allí va, empujando la carreta del pan. Con ochenta y cinco años encima. El pobre no tiene nada para comer. Tiene que trabajar. Cuando éramos jóvenes yo le dije, vamos a trabajar. Él me decía, que trabajen los bueyes. La vida se hizo para descansar. Ahora lo ven. Tendrá que trabajar hasta el último día de su vida. De su vida.

Mi abuelo no quería telas de araña en su casa. Cargaba un bastón y lo utilizaba para quitar telas de araña. No dejen que las casas se vean viejas, decía. Una casa vieja trae tristeza. A mí me gusta la alegría. La alegría de noche y la alegría del día. Del día. Qué escribes abuelo le pregunté cuando lo vi sentado en su gran escritorio de madera. Las cosas que se me olvidan, me dijo. A escondidas revisé su agenda. No eran cosas de importancia. Solo eran fechas e iniciales. Le pregunté: abuelo qué son esas fechas que hay en tu cuaderno. Él me dijo: son los recuerdos más importantes que debo tener. Las fechas de cumpleaños de todos mis nietos. Esas fechas me dicen cuando comeremos pastel. Rico pastel.

El abuelo tenía muchos diplomas. Si los hubiera puesto en una sola pared, no se vería la pared. Sus diplomas estaban colocados en marcos de bronce, pero los tenía guardados en las gavetas de su gran escritorio de madera. También había muchos detrás de sus libros. Abuelo ¿estos libros no los lees? Claro que sí, me decía. Ya los tengo aquí en mi cabeza. Están aquí para que venga otra cabeza con interés de aprender. Serán mi herencia para el nieto más inteligente. ¿Y ese nieto puedo ser yo? Le dije. Claro que sí. Vas a llegar alto, muy alto. Y también vas a leer todos estos libros. Tal vez un poco más. Mientras tanto léete este: se llama “El mundo del misterio verde”. Sabes un secreto. Los libros son como los trenes. Nos llevan de paseo hacia lugares muy bonitos. Y todos esos viajes hiciste abuelo. Esos y más. Muchos más. Los hice para tener mucho que contar. El que más lee más historias cuenta. El que más historias cuenta, tiene más amigos, porque a las personas les gustan las historias. La persona que no lee es una persona solitaria. ¿Tú no quieres vivir solo verdad?

Lo que más me gustaba de mi abuelo era que nunca me dejaba con dudas. Siempre tenía una respuesta para todas mis preguntas. Los otros adultos me decían, a saber. Mi abuelo me decía, ven te lo voy a explicar y al final de cada explicación siempre había un consejo. Me contó que los días felices son de mucha luz. Cada vez que hay un día feliz, un pelo de tu cabeza captura esa luz y en lugar de negro se vuelve blanco.  Tú has sido muy feliz abuelo. Claro que sí, me decía. Claro que sí. Pero cuando no tenías comida en la cena, ¿por qué eras feliz? Ahhh, porque ese día no iba a leer un libro, sino a escribir uno. Porque entre esos libros que ves allí, también están los libros que cuentan mi propia historia. Y esos libros dan más alegría, no ponen un pelo blanco, sino dos pelos blancos.

Ahora que estoy grande, reviso los libros de mi abuelo y me gusta leer más los que cuentan su propia historia. Aunque parecen mágicos. Él fue un escritor. En sus libros cuenta cosas simples pero de una forma mágica. No sé qué tenía en su cabeza, porque no veía las cosas como la gente normal. Tal vez porque su cabeza era blanca. Veía una piedra en el camino y chas un libro que hablaba de las piedras. Vio una mariposa y chas escribió su libro “Cazadora de mariposas”. Mi abuelo era un hombre con la cabeza muy blanca porque era un hombre muy feliz. Un día quise darle una sorpresa. Me eché harina en la cabeza y fui a abrazarlo. Le dije: abuelo, estoy muy feliz. Se nota me dijo. Se nota.

Ahora que escribo esta nota, recuerdo sus ojos achinados. Sus pupilas color café, su vicio por los frijoles con pan francés, su taza de café hirviendo y su maletín con botonetas. Sé que fue un gran hombre. Sus recuerdos me han hecho desear solo cosas buenas. A diario escucho en mi mente sus consejos de lo que puedo hacer y no hacer. Pero lo mejor de todo, es que me enseñó lo que significa ser un hombre con la cabeza blanca.

Autor: Edwin Rolando García Caal 

martes, 15 de junio de 2021

Graduación sin un graduado

 


Quienes me conocen saben que mi carro no es generación 10 años. Es más, el pobre ya ha recorrido más de 20 años y soy su tercer dueño. Aun así no me quejo.  Es un carro de aguante. Nunca me ha dejado tirado. Siempre que se descompone lo hace cuando ya está frente a mi casa. Eso es una bendición porque yo sé absolutamente nada de mecánica automotriz. Sin embargo, el día de ayer sí me dio un buen susto. Como mi casa se ubica en el kilómetro treinta, es de considerar que en muchos kilómetros a la redonda no hay un servicio mecánico o de grúas que se localice a la mano. Se recorren kilómetros y kilómetros de carretera con pura vegetación a los lados. Sin postes de alumbrado público. Eso no es extraño, estamos en el área rural de Guatemala.

Ahora bien, ayer fue el acto de graduación y juramentación de los nuevos profesionales universitarios, en donde el Colegio de Profesionales impone el pin de nuevo miembro y todo lo demás que tiene que ver con pertenecer al distinguido gremio. El acto estaba preparado para las siete en punto de la noche. Compré mi saco azul oscuro, mi camisa blanca de manga larga, una corbata de buena imagen, zapatos lustrados y listos. Hora de salida: diecisiete horas en punto. Destino: zona quince de la ciudad capital de Guatemala. En el momento exacto abordé mi nave y salí rumbo a la emotividad bien merecida. Sin embargo, ya en la carretera el carro se empezó a sentir mal. Primero le dieron ligeros vahídos. Parecía que el timón se mantenía firme pero el carro en breves segundos se movía hacia la derecha. Igual que los mareos que mi tía tiene cuando se agarra de las puertas. Eso me alertó, así que moderé la marcha y decidí ponerle más atención. A los cinco kilómetros de marcha le dio diarrea, porque inició a tirar la gasolina por el escape. Yo exclamé ¡Dios mío, estamos todavía muy lejos de una gasolinera! ¡Aguanta carrito, aguanta!

Otros cinco kilómetros y pum, le subió la fiebre. La aguja de temperatura estaba acercándose a la parte roja. Justo en el kilómetro veintiuno me tuve que orillar porque la fiebre era tan alta que el carro empezó a vomitar. Levanté el capó y era toda una melcocha. Estaba expulsando por el sartén que tiene sobre el motor, una cosa como leche chocolatada muy espesa y parecía que estaba hirviendo porque brotaba como “poporopos” (nombre que se le da en Guatemala a las palomitas de maíz). ¿Qué hago? Me pregunté. Ni siquiera puedo acercarme porque ensuciaría mi traje. En esos profundos minutos de meditación estaba cuando de pronto un pick up rojo se detiene a una distancia de 20 metros delante de mi carro. Todo mundo pensaría que querían ayudarme, pero un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. De esas sensaciones que imagino siente el hombre araña cuando sus antenitas de vinil están detectando la presencia del enemigo.

Veo de frente a los hombres que saltan del pick up; caminan tres a la derecha del pick up y tres a la izquierda. En su cintura se observan las pistolas. Se me ocurre bajar el capó. Entrar al carro y con mi cabeza inclinada sobre el timón y con los ojos cerrados pedirle a Dios con toda la fe que es posible que me libre de todo mal. Le pido una oportunidad de vida. Le pido que arranque el carro. Doy vuelta a la llave y qué les parece que el carro arrancó. Entro con velocidad a la carretera y me dirijo hacia la ciudad  capital. Veo por el retrovisor que los hombres corren se suben al pick up e inician una persecución que no es normal. Le pedí a Dios que me acompañara. El carro estaba reaccionando muy bien. No bajó la velocidad. No permitió que me alcanzaran. Fueron tal vez los minutos de más adrenalina que he pasado en mi vida.

Tenía miedo que al llegar a la subida con la que se llega a la ciudad capital el carro se detuviera. Revisaba el retrovisor, el pick up venía detrás. No sé qué quieren. Recordé que un mes antes me habían detenido cuando salí a las tres de la mañana de mi casa. En esa oportunidad tenían gorros pasamontaña y me detuvieron. Parado frente a un carro negro de vidrios polarizados escuché cuando el presunto jefe les dijo, no es él. ¿Será que nuevamente se confundieron? No me voy a quedar a preguntar. El carro no se detuvo. Está sacando humo sobre el motor, pero le pido a Dios que no me abandone. Por fin llegué a Metro Norte, cruzo para la calzada de La Paz. El pick up me sigue. No hay duda que me vienen siguiendo. Lo bueno es que el camino es de bajada. Siento mayor fuerza en el carro. También es una suerte que fuera día domingo. No hubiera sido fácil llegar tan lejos si fuera un día entre semana. Voy subiendo por la zona cinco. Ya estoy cerca, cruzar a la derecha y llegar al Colegio de profesionales. Todo el camino fui deseando que estuviera una patrulla de la PNC, pero es como si se tomaron un descanso general. Ya estoy cerca de la Escuela Politécnica, en esta ruta no hay semáforos. Bajaré hacia la entrada de la zona 15. Ya se ve el Colegio.  

Por suerte ir hacia el parqueo es de bajada. Me detengo en la entrada y le digo al agente de seguridad que me ayude. El pick up se estaciona en la entrada del Colegio. No hacen ningún movimiento. Le indico al agente que pida ayuda, sus dos compañeros lo acompañan. Sólo quieren preguntar qué necesitan. Al  momento de acercarse los agentes a cinco metros del pick up, éste arrancó y se fue. Bajé el carro apagado hasta el parqueo y lo dejé a medio estacionar. El acto ya había terminado. Mis compañeros se acercaron a preguntar. Con dos en particular hicimos buena amistad. Sus nombres: Matías y Amílcar. Ellos afirmaron  ¡Llegar tarde a su propio acto de graduación es el colmo vos! Les mostré mi carro. ¡Vengan a ver! El carro estaba realmente desahuciado. Uno de ellos me explicó. Se pasó el agua al aceite y se mezcló con la gasolina, se tapó por completo el filtro de aire y la mezcla llegó al carburador. Luego preguntó ¿Cuánto te cobró la grúa? Yo le dije ¿Cuál grúa? El carro me trajo hasta aquí porque me venían siguiendo. Los dos creyeron que yo era un mentiroso. Y uno de ellos exclamó: ¡Este carro no se mueve solo, ni un metro y debió apagarse despuesito de que se pasó el agua al aceite! Yo no dije nada. Eso será algo que quedará guardado en mi memoria.

Ni siquiera estaba molesto por perderme el acto de graduación. Estaba feliz y me sentía humilde. Había presenciado un milagro y eso pocas personas lo viven. Es una percepción que te llena de profundo agradecimiento. Es una sensación de seguridad plena. No estoy solo. Gracias a Dios, como buenos compañeros me ayudaron a remolcar el carro hasta llegar con un mecánico. Qué aventura. El mecánico no me creyó, mis amigos no me creyeron. Eso no me molesta. Se repite en mi mente lo que pasé esa noche y nuevamente me siento profundamente agradecido. ¿Qué se siente estar en un acto de graduación universitario? No lo sé. Solo sé que una vez hubo un acto de graduación sin un graduado y ese graduado, era yo.

Autor: Edwin Rolando García Caal

jueves, 20 de mayo de 2021

Estoy contigo

Qué chiste. No sabías ni en donde se encontraba la universidad. Tomaste el bus que te indicaron pero en la ruta contraria y te perdiste. Tal vez esa acción fue la forma que utilizó la vida para enseñarte que tenías que aprender a perder. Pero al fin llegaste y en aquella cola de gente, había una misma emoción. ¡Ganar el examen de admisión! El día indicado te apersonaste y conociste la decepción. Pero no te preocupes estoy contigo. Otra vez será, dijiste para tus adentros. Lo volveré a intentar.  Y seguiste nuevamente la rutina del proceso, pero ¿qué es eso? Por segunda vez la publicación dice que no. Era tiempo de pensar otras opciones. Pero tenías la seguridad de que las respuestas que diste eran las correctas. Y te preguntabas: ¿Qué querrán que se responda? ¿Por qué aprobó la fulanita y el menganito? Eran los más haraganes del nivel medio. Entonces te surgió la duda: ¿Serán mejores que yo? Y al final tomaste una decisión. Ya no voy. Hay que buscar cuánto cobran las privadas.

Pero nunca falta alguien, que te dice prueba otra vez, estoy contigo. Otra vez será. Ya sin ganas, repites el proceso pero sin estudiar. El desánimo puede más. La resignación llega. Vamos a ver qué pasa. Sigues la rutina acostumbrada. Pero ¿qué es eso? Esta vez la publicación dice que sí. Y entonces te aparece la humildad. En realidad lo que ocurrió es que sin estrés lees mejor lo que ves. Con la mente serena se hace una mejor cena. Así que feliz, llegaste a tu casa. Familia quiero informarles que gané el examen de admisión. Fue el primer triunfo. La primera emoción. Hay aplausos. Hay abrazos. No todos los que uno quiere, porque siempre hay alguien que piensa que no lo lograrás. Aunque no te lo digan, aunque solo lo piensen. Se siente, pero no importa. Era día de festejar. A comprar los cuadernos y a forrarlos. Lapiceros de colores. Una regla y posiblemente, tu primera calculadora científica. Te pusiste un compromiso. Pienso hacer letra bonita.

El día uno llegaste al salón asignado, pero todo se veía desolado. En tu cabeza aparecieron las dudas. ¿Será aquí? ¿Será a esta hora? ¿Quién dará clases? ¿Será esa señora? ¿A qué hora será el recreo? ¿Solo 2 clases? No lo creo. Con  la información de los cursos te planteas una sentencia. ¡Esto será pan comido! En menos de 5 minutos el salón está a reventar. Alguien entra. Buenas noches jóvenes. Este es el curso “Socioeconomía General”. Hoy aprenderemos que solo hay 2 exámenes parciales. La zona es de 70 puntos. Al escuchar eso, te alegras. Ve qué fácil. ¿Por qué le tendrán tanto miedo a la universidad? Anotaciones para el cuaderno. El catedrático dice que la clase empieza una hora después de lo que está publicado y que las preguntas se responden mejor en el parqueo, con una botella de guaro. Tarea: investigar qué significa guaro.  

Al poco tiempo de que salió el primer catedrático entra alguien. Buenas noches jóvenes. Este es el curso “Fundamentos teóricos de las Ciencias Económicas” les vamos a contar la historia de la Universidad y los días que hay de feriado. Pero antes, lo primero de lo primero: ¿ustedes creen en Dios? Ese curso está muy feo. Anotaciones para el cuaderno. Hablar en la iglesia que me den tips para contradecir al catedrático.

Por si fuera poco el día dos encuentras un salón con más estudiantes que escritorios. Y te dices, aunque sea que logre meter la mano, con eso me conformo. Buenas noches. Este es el curso de Derecho I. Tienen que comprar la constitución Política de la República de Guatemala. Anotado. Por fin un curso que parece normal. Imaginas que ese curso se va a ir derechito, derechito. En el cambio de horario, te preparas a sacar el cuarto cuaderno. Buenas noches. Este es el curso Técnicas de Investigación Documental. El día de hoy tenemos que aprender que no debemos creer nada. Será que yo soy su docente o me metí a este salón para jugarles una broma. Quienes ya les dieron clases eran sus docentes o eran estudiantes repitentes jugando con los estudiantes nuevos. Escuchas al docente y afirmas. Eso no es cierto. Eran muy grandes para ser estudiantes. Aunque la señora que está a la par parece que tiene la misma edad que ellos y aquel otro señor también. Te atreves a preguntarle. Oye, ¿tú eres catedrático? Y la voz que dirige grita una sentencia. En este curso tienen que hacer grupos. Por eso te alegras. ¡Trabajar en grupo es pan comido! No te preocupes si eso te da risa. Estoy contigo.

Qué rápido pasa el tiempo. No quedó oportunidad para nada. Mañana es la fecha final para entregar tareas. Qué humillación ninguna tarea estaba bien. Anotaciones para el cuaderno: hoy nos dijeron tontos. Te dolió cuando dijeron que tal vez te equivocaste de carrera.

El frío que recorre el cuerpo es de desánimo cuando el catedrático informa quienes no llegaron a zona mínima y allí estaba tu número de carné. A intentarlo otra vez. En el otro curso te dicen que tienes oportunidad de probar en Escuela de Vacaciones. Con tres fracasos seguidos, piensas. Hay que buscar cuánto cobran las privadas. Pero no te fuiste. Alguien te hizo cambiar de idea. No te preocupes, estoy contigo.

Te diste cuenta que enfrentarse a Matemática I y a Economía Política es algo de otro nivel. Si Socioeconomía te había costado, qué sería lo que te esperaba. El jefe en la oficina no apoyaba. A la hora de salida te decía directamente: “hoy tendrá que quedarse hasta terminar”. Sólo te queda gritar: Nooooo. Es día del primer parcial. Parece que el jefe adivina los momentos perfectos para fastidiarte la existencia. El día que hay que entregar la parte que te corresponde del trabajo de grupo, el día del repaso. Y los docentes con su misma cantaleta. “No habrá prórroga para la entrega”. “No se aceptarán entregas fuera de fecha”. Hasta que la costumbre domina el ambiente. Vivir es como subirse a un ring de boxeo. Tú eres uno de los boxeadores, la vida es el otro. No puedes esperar bajarte sin haber recibido algunos golpes bien puestos. Lo bueno es que tú también has dado los tuyos.

Pero rendirse no es lo tuyo. Aunque siempre se percibe que a otros no les cuesta nada. No entregan tareas, se columpian en el trabajo de los demás y siempre ganan. A veces con mejores punteos que los tuyos. ¿Qué es eso? Parece ser que a ti se te hace todo más difícil. La familia no apoya. El trabajo no apoya. El tráfico no apoya. La lluvia no apoya.  El frío no apoya. El sueño no apoya. El salario no apoya. La memoria no apoya. El hambre no apoya. Lo sé, pero no te preocupes estoy contigo. Ahora ni siquiera recuerdas cuáles fueron los cursos que recibiste. Ni siquiera recuerdas el nombre del catedrático o, ¿Sería catedrática?

Son 40 cursos. ¿Cómo vas a recordar tantos nombres? Pero tuviste la suerte de conocer a los mejores. Un catedrático sorprendente que quieres imitar ¡Qué profesionalismo! ¡Qué forma de razonar! ¡Qué capacidad para convencerme que no me equivoqué de carrera! y también tuviste una catedrática que vale la pena saludar en cualquier lugar, porque es un modelo de inteligencia ¡Qué maravilla conocer mujeres de éxito en esta carrera! Y, ¡Qué humildad! La vida no quiere mucha ciencia quiere más modelos como ellos. Viéndolos a ellos claro que quieres continuar. Y te dices en la mente. Este es mi lugar, este es mi mundo, no piensen que un fracaso me conmueve. La vida no me hará ser vagabundo, si actúo cual las aves cuando llueve. Yo sé que triunfaré, esa es mi meta, seguiré estudiando, no me voy a retirar. Prefiero llevar libros, no maletas, aunque mi cincho tenga que apretar.

Pero hay altibajos nuevamente. Hay catedráticos que piensan que los alumnos no son humanos. Un resumen de un documento de 2,000 hojas ¿Qué es eso? Y para colmo de males lo quieren a mano. No te preocupes, estoy contigo. Hay catedráticos que piensan que el estudiante solo está para atender un curso, ¡Su curso! Lo peor es que ni siquiera cuentan chistes. Para colmo de males en lugar de dar la clase hasta te cuentan sus problemas, lo que les está haciendo su ex esposa. Otros catedráticos dejando al auxiliar en su lugar, para que lo corrijan los mismos alumnos. Y el auxiliar con ínfulas de grandeza pero con conocimientos de primaria en su cabeza.

A veces te surgió una pregunta: ¿A dónde vamos a parar? Estudiantes que no quieren poner ningún esfuerzo, no entregan tareas y a todo le toman foto para ahorrarse la copiada. Catedráticos que no quieren poner ningún esfuerzo, son simples pasadores de diapositivas y lo peor aún, con faltas de ortografía. Y con tantas muletillas para hablar. Sé lo que sentiste, recuerda que estoy contigo.

Has visto como llegan los que llegaron primero. Sus alocuciones. “Quiero agradecer a mi mamá, a mis tíos, a mis primos, a mis catedráticos, a mi maestra de primero primaria, al patojo que me vendía los shucos, a la vecina, al chucho, al gato” Y en esos momentos tus ideas eran diferentes. Cuando llegue ese momento dirás “Quiero agradecerle a mi trasero por haberme aguantado todas las horas que tuvimos que estar sentados, quiero agradecerle a mis dedos por tanto trabajo ingrato que me permitieron entregar, a mis ojos porque aunque se cerraban aún aguantaron un minuto más. A mi espalda porque a pesar del dolor me permitió llegar hasta donde hoy estoy.

Pero hoy estás aquí: Sé que fue difícil y cansado a ratos, y hasta daban ganas de olvidarlo todo, pero sé y lo dije: que aunque cambie el modo, en cada camino se gastan zapatos. Ten siempre presente y descubrirás, que aunque el cielo tenga grandes nubarrones, lograrán las metas sólo las personas que en la lucha tengan buenos pantalones,... como tú.

Déjame brindar contigo. Este es un momento de alegría y tu llanto es merecido porque pretende limpiar el alma para agradecer en limpio el mérito alcanzado. Para lavar desde lo más hondo cualquier mancha de rencor y dejar en la memoria solo los recuerdos que quieres mencionar con agrado en esta historia. Y ahora sí, quieres agradecerle a tu mamá por haberte dado la vida y solo con eso, todo tu futuro existe y te permitió llegar hasta aquí. Quieres darle gracias a Dios. ¿Quién más te daría toda la fuerza necesaria para soportar un proceso guiado por humanos? Con errores y aciertos. Con días de mucho sol y otros días malsanos. Hoy recuerdas que en cada semestre tuviste un amigo, una amiga, que se fueron quedando en el camino pero que en su momento pusieron la mano sobre tu hombro y ese fue el impulso que necesitabas para seguir adelante.

Algunos de tus amigos vienen detrás, otros se retiraron. Unos avanzaron más rápido que tú. No sabes cómo le hicieron. Pero has aprendido algo muy sabio. Caminaba contento y aunque caminaba lento, ninguno puede allí caminar de prisa; porque aunque esto nos provoque risa, caminaba a tiempo con mi propio tiempo. Estoy contigo.

Pero, sabes algo: la vida no se detiene. Debes continuar. Fija tu mirada al horizonte, tienes un camino por delante. Y aunque no es sencillo alzar el monte cuando una tormenta se avecina, llora y grita, cuando tu ser ya no aguante pero no desmayes y camina. Y si persigues los halagos de la vida, o te encierras en buscar solo comida, no tendrás más que vanas cosas. El esfuerzo es el que da glorias hermosas. Si persigues tu camino con mejores metas, imaginando lo que impulsa a los atletas, obtendrás los frutos bellos de la vida y sabrás también vivir feliz. No, no es tiempo aun de pensar que ya no falta nada, el mundo es nuestro, pero falta descubrir el universo. Yo estoy contigo.

Te felicito con todo el corazón, y propongo un brindis contigo. Que disfrutes del abrazo de un amigo. Que disfrutes el sabor de la victoria. Y con este brindis te aconsejo que camines. Porque hoy, hoy es el primer día del resto de tu historia.

Autor: Edwin Rolando García Caal

lunes, 9 de mayo de 2016

Caí en la cuenta



Edwin Rolando García Caal
10 de mayo de 2016

Vi una pareja con un bebé. Ella llevaba una pañalera y él al pequeño, envuelto en un cobertor color celeste. Subieron al bus. Él pagó. Ella se sentó y él de forma inmediata recargó sobre los brazos de ella, al dormido infante. Nadie se asombró, nadie se extrañó. Esto es más común que los piropos que deben soportar las mujeres cuando pasan frente a un edificio en construcción. La sociedad ha cambiado. Cuando yo nací, el esposo debía caminar delante. La mujer detrás. Ella llevaba al bebé y la pañalera. Si los niños ya eran varios, ella los llevaría igual. El hombre caminando delante, con un machete en la cintura o con un ataché. Ahora todo ha cambiado. En las pláticas antes del parto se escucha a las Licenciadas del trabajo social afirmar lo siguiente: No estás sola en esto, tu pareja es tu mejor apoyo. 

Hoy mi día fue diferente. Durante el desayuno, me quedé fijamente analizando la conversación de dos mujeres adultas, en una mesa de al lado. -¿Dormiste bien? No me digas que el bebé te desveló. -Así parece. Estiven se quedó dormido como un tronco. Ayer le tocaba cuidarlo y se durmió. Pero lo consideré, porque durante el día tuvo que descargar un camión. Espero que eso no se haga rutina, porque yo ya no aguanto tanto desvelo. Nunca pensé que los bebés fueran vampiros. –No lo dejes. Hoy que llegue, recuérdale que debe reponerte la noche de ayer. Si no se va a acostumbrar. Regresé a mis pensamientos. Si que ha cambiado nuestra cultura. “Ayer le tocaba cuidarlo”, que expresión tan rara. Cuando yo nací, la mujer era la responsable de los niños. El hombre para eso trabajaba. De día se trabaja, de noche se duerme. La mujer amamanta al niño, de día y de noche. En la conversación que analicé, noté algunos detalles adicionales. Eran las 10 de la mañana. Si tenía a un bebé que la desvelaba, qué hacía esa mujer en un restaurante, conversando con una amiga, a media mañana. ¿Dónde estaba el bebé? ¿Tenía a alguien que se lo cuidara en el día?

¿Cuál es la bendición de ser madre? He visto muchas veces un rótulo en la clínica pediátrica a la que llego frecuentemente a trabajar. Dice más o menos así: “Madre, duerme todo lo que puedas, la salud de tu bebé depende de la tuya. Si no duermes de noche, procura dormir durante el día. Reduce tus actividades domésticas y laborales, todo puede esperar. Disfruta de tu bebé, cógelo, abrázalo, bésalo, este es tu momento. Déjate consentir, tú no tienes por qué rechazar la ayuda. Las otras mamás son tus mejores aliadas”. Si que ha cambiado la vida. Cuando yo nací las madres no reducían sus responsabilidades, las incrementaban.

Cómo es eso de que “Es tu momento”. Cuando yo nací había algo muy claro. Una madre sería madre toda la vida, no sólo un momento. Tenía la responsabilidad de criar un buen hijo. Un buen padre. Un buen ciudadano. Ahora resulta que los consejos dicen: “Ayúdale a tu hijo a saltar en los charcos”. “No le niegues nunca un abrazo”. “Enséñale a besar mariposas”. “Déjalo ser, las paredes se pueden volver a pintar”. “Puedes lavar los platos más tarde, juega con él”. “Recuerda, los gritos de mamá duelen para toda la vida”. “Respira”. “Trabaja menos, quiérelo más”. Ahora entiendo por qué ha cambiado tanto nuestra sociedad. Cuando yo nací, los besos de la madre se tenían que ganar barriendo el patio, lavando los trastes, cortando leña. Acarreando agua. Una madre no hacía su trabajo a un lado para jugar con los hijos. Cuando yo nací, las madres no se metían en la vida del niño. Era el niño quien debía insertarse en la vida de la madre. El trabajo era primero, el amor era un premio. Ahora resulta que el consejo es “El padre debe participar en todas las tareas del cuidado del niño”. Cuando yo nací, el padre llegaba de noche, cenaba, resolvía los problemas de la casa, daba instrucciones y luego se iba a dormir. Ahora, no se sabe quién es el papá y quién es la mamá.

Cuando yo nací, el consejo más común de las madres a las niñas era “primero aprende a cocinar y luego a buscar novio” y a los niños “primero aprende a trabajar y luego a buscar novia”. Sin embargo, también era común escuchar a una madre decir: No me importa que seas hombre, tienes que aprender a planchar, a lavar, a cocinar; de repente te conseguís una mujer huevona y le tendrás que enseñar”. Eran palabras importantes. Una niña con los labios pintados era una niña castigada por la madre. Ahora veo por qué nuestra sociedad ha cambiado tanto. Son las mismas madres las que compran los pintalabios y los vestidos provocativos de las actuales adolescentes. Ahora no hay límites para los hijos y las hijas, pueden abrirse agujeros por cualquier lado para ponerse aretes, tatuajes y colores. Ya no hay un modelo de persona. Las madres quieren ser amigas y no madres. Han dejado un vacío de autoridad que cualquiera puede ocupar.

Y al analizar todo esto caí en la cuenta, por qué soy una persona centrada. Fui un bebé que salía a trabajar envuelto en un rebozo. Porque mi madre no tuvo esposo. No hubo un hombre que me llevara en los brazos mientras ella cargaba pañaleras. Ella no era niñera. Era madre. Una madre que antes de ponerse a jugar con su cachorro, debía encontrar el alimento y abrir un chorro para ponerse a lavar la ropa ajena. 

Cada vez que nos dormimos sin un pan en el estómago, me explicó por qué no teníamos mucho. Me repetía sin cesar, “si yo tuviera estudios, si yo tuviera un título”. Sumido en la peor pobreza me enseñó la importancia del estudio. ¡Qué enseñanzas tan profundas! Mi madre me enseñó con hechos que en la vida hay que aprender a valerse por sí mismo. Ella estuvo sola en eso. Cuando yo fui un bebé un consejo de esa trabajadora social sobre la ayuda de la pareja, hubiera parecido un mal chiste. Ella se desveló. Claro que se desveló. A mayor pobreza más enfermedades. A mayor pobreza más penas y menos sueño. Ayer le tocaba cuidarme. Y al día siguiente, y al día siguiente. Esa era la costumbre. “Si no duermes de noche, procura dormir durante el día”. Qué expresión tan rara. 

Mi madre trabajaba de día. En su mirada cansada, pude aprender a soñar. A soñar despierto. No todo puede esperar. El tiempo se acaba y la juventud se va. Las canas aparecen y la vejez te visita, más pronto de lo que crees. Sí que ha cambiado la vida. Ahora caigo en la cuenta que mi madre me enseñó el significado de la responsabilidad. Me pegó. Con un chicote de caballo. Me pegó por llorar, me pegó por salir sin su permiso. Me pegó por llevar a compañeros de la escuela y entrarlos a mi casa. Me pegó por salir a recoger tapitas para construir la alfombra que pidió la maestra. 

Me pegó por recibir un globo de un extraño. Me pegó por quemar los frijoles y por romper las tortillas. Me pegó por romper la rodilla de los pantalones. Me pegó por volver de la escuela 5 minutos más tarde. Me pegó cuando olvidé lavar los trastes. Me pegó por no barrer bien. Me pegó por dejarle arrugas a la cama. Me pegó por comer frente al televisor. Y me pegó porque tenía ganas de pegarme. Ella era la que mandaba y yo el que obedecía. Y cada vez que me pegaba me hizo desear con todas mis fuerzas llegar un día a convertirme en el que mandaba. Mi mamá me pegó si saltaba en los charcos. Me pegó por manchar las paredes. Me pegó por quebrar los vasos. Me pegó por comerme un pan de más. Me pegó por bañarme con mucha agua. Y entre todo eso, jamás me enseñó a besar mariposas. 

Y aprendí. Cada vez que me pegó, aprendí. Aprendí que la comida no abunda. Que el agua no se desperdicia. Aprendí que si la haces, la pagas. Aprendí que el tiempo está medido. Aprendí que antes de amar hay que trabajar. Aprendí que no puedo vivir de regalos. Aprendí que lo que tengo que hacer lo debo hacer bien. Aprendí que las rayas no son arte. Y cuando me comí un pan de más, no sólo me pegó, también lloró. Lloró porque ya no había más pan para el desayuno. Y su llanto dolía más que aquel chicote. Me hizo desear con todas mis fuerzas un cambio de vida. Yo no la odiaba a ella. Odiaba la pobreza. 

También aprendí a ganarme sus besos. Cuando fui el mejor de la clase. Cuando vio en mí, la esperanza de un futuro mejor. Cuando hacía la limpieza porque ella estaba enferma. Cuando aparecí entre los personajes de una obra de teatro. Cuando le escribí mi primer poema. Cuando le celebré el día de la madre con una plancha, con una olla, con una licuadora. Por supuesto, eran las cosas que no teníamos. Mi madre no me abrazó cuando terminé de lavar los platos. Menos cuando arreglé mi cama o planché la ropa. Siempre dijo que esa era mi obligación. Por cumplir con mi obligación, me dijo que jamás esperara algún tipo de premio. ¿Por qué llevarle a la maestra una manzana por cumplir con su obligación? ¿Por qué llevarle a un médico una gallina? ¿Por qué llevarle a un funcionario público un cheque? Ahora caigo en la cuenta que mi madre me enseñó a rechazar la corrupción.

Mi madre, una mujer sin estudios, me enseñó a estudiar. Aquella mujer sin recursos, me mostró las leyes de la economía. Todos los recursos son escasos. Inclusive el tiempo. Entre todas las limitaciones me enseñó a planificar. Yo ya sé lo que haré mañana, y pasado mañana, y el mes entrante, y el año entrante. Aprendí que aquello que es escaso se valora más y por eso, los besos que le arranqué son mis grandes tesoros. Entre todo lo que me enseñó hay algo que practico todos los días. Es una frase sencilla: “Dios te bendiga”. La digo al llegar, la digo al salir. Desde hace mucho, es mi forma de saludar.

Es que ella me enseñó a agradecer y a cantar. Cuando ella cocinaba, cantaba. Cuando ella planchaba, cantaba. Tenía una forma especial de agradecer por la vida. Agradecer por la comida. Agradecer por la ropa. Agradecer cuando todo va viento en popa. Innumerables veces la observé regalando comida a los mendigos de la calle. Y otras muchas, me dio las monedas para que yo las echara en el canasto de la iglesia. Hoy, más que nunca, mi alma está llena de agradecimiento. 

Alguien llegó a mi casa y se admiró de lo que tengo. Doctor, me dijo. “Se nota que a usted le ha sonreído grandemente la vida”. Así es, le dije. Dios me dio a manos llenas. Pero se mandó cuando me dio a mi madre. Ah, comprendo, me dijo. Tiene todo esto por herencia. Es correcto, le dije. Esta es mi herencia. La casa, los carros, los títulos universitarios, los viajes, los juegos, ese gran jardín. De mi autoría será construir una bonita familia, espero en Dios, no equivocarme. -Pues tiene todo lo que necesita me dijo. Con tanto lujo eso ha de ser fácil. -No lo crea, respondí. El dinero y los lujos, no lo son todo en la vida. Me lo enseñó mi madre.

Y su madre, vive con usted ahora. No, ella está de viaje. Vive 6 meses en su casa de Guatemala y 6 meses en Estados Unidos con mi hermana. 

-¡Qué vida!, me dijo. 

-Yo creo que se la merece, respondí. No es fácil ser una buena madre. Ella tuvo que practicar mucho, hasta que al fin lo logró. 

-Ah, entonces tiene muchos hijos, completó. 

-No, para nada. Ella tuvo que practicar mucho, porque no se es buena madre sólo porque se tiene un hijo. Si usted la viera ahora, ella no es la sombra de lo que fue. Antes era muy enojada. Ahora es todo amor. Me dice frases bonitas, me llena de besos y me da sus abrazos. Cuando la visito, me atiende como a un rey.

Ahora caigo en la cuenta, que la madre que reconozco ahora sólo la logra identificar el hijo que soy ahora. Porque mientras ella aprendía a ser la mejor madre, yo aprendía a ser su hijo. Ella ha sido creada como un diamante. Según el diccionario, la mayoría de diamantes naturales se forman en condiciones de presión y temperatura extremas. La mejor característica de un diamante es su dureza ya que el diamante es el material natural más duro hasta ahora conocido. La segunda característica que le asigna valor es su tenacidad lo que significa resistencia a la fractura. Su tercera característica es el color. Este es un detalle asombroso. El origen de los colores en un diamante está relacionado con los defectos que posee. 

Hoy, sin pretender hacer un análisis de mi madre, caí en la cuenta que en ella tengo un diamante, que con el tiempo se ha convertido en gema. Bonito reto me ha puesto, porque siendo yo su hijo, debo corresponder a su característica de dispersión óptica, lo que hace que un diamante sea apreciado por todo el mundo. 

¡Qué madre! Agradezco que con fuerza empujara mi destino, enseñándome a no quedar tirado en el camino. Hoy que estoy aquí como su hijo, no voy a recordar lo que me dijo, pero voy a recitar lo que he aprendido. Dios le bendiga madre. Mil trescientos grados centígrados nos han impactado en esta vida, pero al final hemos sido la combinación correcta de temperatura y presión. Quién iba a decir que el carbono se podría transformar en una gema. ¿Sabe cómo se identifican los diamantes sintéticos de los diamantes originales? En que sólo los diamantes originales suelen tener imperfecciones, pero son los más admirados. Algo que me alegra de todo este análisis es que con seguridad puedo afirmar que en nuestra historia, ya no hay carbono.

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lunes, 6 de julio de 2015

Todo lo que necesitas


Autor: Edwin Rolando García Caal
De mis notas sin verso

Hija mía, quiero aconsejarte para que tu meta en la vida no sea ser bonita. ¿Quién te dijo que tienes que ser princesa? Deja de pedir carruaje para todo y no te ilusiones esperando un príncipe con todo y todo. Camina 30 minutos al día y mientras lo haces sonríe, que la vida es bonita y no por eso busca estar como pendiente. 

Yo te digo que debes ser honrada, que debes construir tu propio castillo, tú vales no por lo que se ve de maquillaje en tu faz, sino por lo que pueda haber en tu cabeza. Si quieres saber qué hay allí, debes procurar disfrutar del silencio y aprender de la paciencia.

Yo te necesito hija agradecida y futura madre responsable. Eso se logra siendo honesta y sincera, aunque recuerda, la persona más sincera siempre mide sus palabras porque gana más quien muestra su sinceridad sin dejar de ser amable.

Cuando dejes de promoverte como un trofeo, los hombres dejarán de buscarte como una conquista porque si esperas ser tratada así, al momento de tenerte, te pondrán en una vitrina e irán por otro trofeo. Mientras no te tengan, te darán flores, chocolates, regalos, invitaciones y palabras bonitas. Cuando ya te tengan perderán la ilusión en ti, porque habrás sido sólo eso, un trofeo que querían alcanzar, pero nadie se queda acariciando trofeos para toda la vida. 

Procura escribir sin faltas de ortografía, tener una letra bonita y un vocabulario más bonito aún. Que tus comentarios irradien optimismo. Deja los chismes y los comentarios de amargura, en cambio alimenta tu espíritu escuchando buena música. Rechaza las palabras soeces de las personas, de los textos y de las canciones. Si los aceptas, te estarás rebajando al nivel de esas palabras, que no son más que lodo. Tú debes ser como el agua limpia y no queda agua limpia cuando se mezcla con el lodo.

¿Cómo es que buscas la belleza en el maquillaje? Mejor maquilla tus palabras y tus oídos para escuchar sólo lo que es grato. Pero no es grato que te estén adulando todo el tiempo y cualquiera, porque no eres una obra de arte. Una obra de arte sólo es eso, algo inmóvil que no hace nada más que ser apreciada, mientras que quien recibe los beneficios es el artista. Yo te quiero viva, en movimiento, productora de arte, para recibir los beneficios de lo que haces y disfrutar del éxito que se admira y que se envidia.

No vivas con el solo propósito de ser servida, mejor vive con una vida de propósitos, anhela ser la dueña de la empatía y nunca digas: “ussh no está a mi altura” porque tampoco eres tan alta, mira al cielo y ve lo pequeña que eres, mejor di, “no lee más libros que yo” y sigue instruyéndote, que quien más sabe, más ayuda.

Elimina el desorden de tu casa y de tu mente. Busca el amor, no a un sirviente, busca el amor, no a un teniente. ¿Quién te dijo que siempre tienes la razón? Eso sólo lo logran quienes han estado en los zapatos de todos. Aprende a escuchar, a reflexionar y a comprender. Piensa mejor que todo cambia, incluso lo malo. Aprende mejor que todo cambia, incluso lo bueno. Si te decepciona que las personas buenas hagan cosas malas, entonces deja de equivocarte.

Deja la envidia que cubre tu afán de ser princesa, tú ya tienes todo lo que necesitas, si tienes duda: pregúntale a un ciego. Si tienes duda pregúntale a un manco. Si tienes duda pregúntale a un cojo. Da gracias por lo que tienes y con esos recursos ponte a construir tu propio castillo, porque yo te quiero pero como mujer en la verdadera virtud de la palabra y no como un cuento de hadas. Yo te quiero como el ideal del ser sensible y creativo que es artífice de sí mismo y no sólo una sombra de mujer. Te quiero conectando tu cuerpo con tu mente, tu intuición con tus metas. Te quiero como mujer que controla su vida y sus hábitos y por lo tanto como una persona positiva digna de ser imitada más que alabada.


martes, 12 de agosto de 2014

Hazme el favor

Edwin Rolando García Caal

Amiga mía quiero pedirte que me hagas un favor. Es algo que deseo compartirte y te lo pido. Amiga mía, yo te suplico que lo hagas por mi bien, ahora mismo yo te lo explico y lo agradezco también. Yo sé que tú conoces de todo lo que tengo en mi pasado y sabes bien que de ningún modo con maldad he lastimado. Escucha bien que lo que yo quiero nunca antes lo he pedido, pero por un amor ahora de verdad estoy perdido.

Necesito que utilices argumentos que me puedan defender, que recuerdes todos esos momentos de mi vida, que conoces. De verdad necesito de tu apoyo, necesito portavoces, que le digan todo lo que yo siento a esa mujer. Es una hermosa dama que me ha dado una esperanza, por ella mi ser exclama una alabanza. Porque vi que su mirar avanza con nostalgia y desconsuelo, y aunque ella sigue allí, yo ya no estoy pisando el suelo.

Yo, pensando que una vez podría regalarle mi alegría, sin querer entré en ese lugar del que no puedo escapar. Y siento que lo que yo siento no es algo para jugar, que si ella no me acepta, todo perdería. Ahora estoy metido hasta el fondo de su forma de pensar, y me enamoré de su semblante y de todo su actuar. La vi como no había visto antes a ningún ser sobre esta tierra y quisiera que sus manos amantes no me hagan la guerra.

Yo te pido que con tus influencias de mujer que me conoces, le expliques que yo soy sincero y un buen hombre para ella. Tú sabes que jamás he intentado disfrazar una querella. Tú sabes que yo soy sincero en mi sentir. Díselo a ella.

Te pido que con el cariño que tú tienes para mí, logres, según escudriño, convencerla de mi amor. No quiero terminar hundido en la tristeza y el desencanto. Yo sin ella tendría medido mi tiempo en llanto. Si tú se lo dices sé, que bien podría aceptarme. Ya que estoy dispuesto a darle de mi amor hasta morir. Yo siempre te agradeceré, por favor, ven a ayudarme. Tú eres quien mejor me podría referir.

Amiga mía no me falles, te suplico hazme el favor. Escribí su nombre por las calles mientras sueño su sabor. Convéncela de ser feliz, por favor, aquí a mi lado. Evita que yo sea infeliz llegando a viejo. Dile que la amo, cuando la veas en el espejo.


lunes, 17 de febrero de 2014

Cazadora de mariposas




Edwin Rolando García Caal

Hola, hola, mi princesa de los ojos bonitos y de pelo deslumbrante, vieras que tengo tu foto delante y el beso que me diste, guardado en mi pensamiento. Egoístamente no lo compartiré con nadie porque para mí es un sueño del que sólo yo soy dueño.

¿Qué veo en tu foto? Esos bonitos gestos de inocencia y tu mirada de perpetua dulzura, que me hacen imaginar tus caricias de ternura y lo sorprendente que ha de ser probar de tus labios, al amanecer, el sabor de esa sensación pura, que sólo existe en tu presencia. Si me lo permites, voy a tocar, desde el negro azul de tus cabellos hasta tu centro, porque quiero conocer, por fuera y por dentro, lo que provoca que te asocie a mis recuerdos bellos; lo que hace de ti una mujer tan atrayente, y despierta en mi ser esa sed de ti, tan concluyente, como la lluvia y los destellos.

Veo que tienes una luz detrás de tu sonrisa. Tienes una energía atrayente, que sólo he descubierto en cierta gente; una energía que al unirse con la mía hace un “clik” que sólo entre los dos, como mandato de Dios, se convierte en armonía y me relaja deliciosamente.

Intimar... esa es mi fantasía. Una ansiedad que me persigue en la noche al igual que lo hace en el día. Una ansiedad de tocar con la punta de mis dedos, cada borde delicado de tus extremos y detrás de los besos que nos demos alcanzar del elixir el derroche. Sí, es cierto. Quisiera que tu pelo se posara tiernamente como el aire sobre la palma de mi mano, sin donaire, para sentir las caricias en mi alma, detrás de un suspiro y de un beso, para alcanzar dentro de mí, nuevamente la calma y de esa sensación de ahogo, salir ileso.

Si yo conociera de ti algo más que lo que todo el mundo mira, aunque sea sólo una vez, serías eternamente mía. Por favor bríndale comida a este solitario manatí y permite que la armonía vuelva a habitar en su ser, porque su corazón delira cada día, como pidiendo amanecer. Espero verte pronto y completamente. Eso será como entrar en un Museo del otro lado del mundo, en donde yo de regocijo abundo; viendo la obra de Leonardo y disfrutando plenamente lo que hizo el artesano. Porque verte así será el momento de aprovecharte como producto del arte sin necesidad de cruzar el océano,

La verdad, hoy estoy con sueño. La cama me apretó con tanto cariño que quise dejar de ser su dueño y convertirme solamente en niño; cobijado entre almohadas, como en esos cuentos de hadas, sólo porque estaba pensando en ti y en las mariposas que siento cuando estás junto a mí. Esperaba verte antes, pero no se pudo. No hay problema, será luego. Al final me buscas y te busco como si fuese un juego en donde los dos salimos ganando y terminamos de las manos, caminando. Hoy te veré y cuando así sea, espero ver en tus ojos aquel brillo que despierta primaveras, junto al volar paciente de las mariposas; por lo que te diré y por otras muchas cosas.

No sé cómo haces para reunir tantas cosas dentro de mi mente, pero no es una sensación fea, es algo que he disfrutado pacientemente. Es como si cantas cuando te vuelves cazadora de mariposas, mientras mi alma entre ellas aletea y tú la atrapas con tus rosas.

Deseo hoy poder tocar la punta de tus dedos y sentir chispitas de emoción. De aquellas que entran por la punta de los nervios pero llegan al corazón. Quiero que sepas que añoro poder sentir la punta de tu lengua humedeciendo el interior de mi boca, coqueteando como sabes hacer con mi lengua y esperando que yo llegue a sentir esa sensación tan loca, de ser quien entra en tu corazón.

Antes del amanecer, cuando la brisa desaparezca en el horizonte y se vislumbre el sol tras las montañas, quiero que brinques de la emoción. Llegará este mensaje a tu celular y espero que no puedas ni hablar. ¿Por qué te escribo me preguntas? Sencillo. Porque quiero dejar de ser tu novio y dejar de ser tu amigo. Hoy quiero que dejes de ser cazadora de mariposas y te cases conmigo. Por favor no le quites el misterio a la vida, porque esa… es su comida. Di que aceptas y vive conmigo.


jueves, 6 de febrero de 2014

Elígeme a mí



Edwin Rolando García Caal

He descubierto que tu mirada de investigadora pretende, desapercibida, encontrar entre la gente esa alma perdida que busca tener dueño. Y buscas los ojos bonitos que destellan chispas de alegría y comparten luz cuando avanzan por la vida, porque muy en el fondo quieres a alguien que alumbre con chispitas tu camino. El destino te ha propinado una serie de modelos y detrás de tus anhelos se sitúa la imagen imponente de aquel hombre que por alto se percibe muy bien entre la gente. Lo buscas de pelo castaño y que por edad no te molesten tus amigas diciendo que has encontrado a alguien de antaño. 

Lo buscas de piel suave y que modele pelo en pecho porque al final, tipos así son los que harán que tus compañeras se muerdan los labios, por despecho. Buscas un amor de tu misma edad pero diez años más maduro para que pueda en todo momento sacarte del apuro. Que sea cariñoso pero NO con cuerpo de oso, sino liso y abultado demostrando entre la ropa los abdominales que ha gastado. Lo quieres de ojos grandes y no te interesan sus anhelos porque crees ciegamente que estará dispuesto a correr contigo el mismo camino y que tus metas serán las suyas, y que tus logros serán recibidos por él, como algo digno “de mil bullas”. 

Lo imaginas educado porque se percibe en su mentón casi perfecto. Sabes que es un hombre predilecto, sin defectos y con muestras de cultura milenaria. Sabes que es él, porque te impactó desde el primer momento. Porque parece un hombre sacado de algún cuento y él sin decir nada ha incrementado la producción de tu saliva. Allí está y te ha mirado. Interpretas su mirada como la más bonita propuesta de amor y corres a su lado con melosa melodía y cuando te extiende la mano, de una vez te inclinas para que rose tu mejilla con sus labios y le clavas un saludo de confianza. Su atuendo muestra que tiene buen gusto al vestir y el derroche que hace de recursos, con cadenas en el cuello y pulseras en sus manos, te dicen que el “hijo de papi” tendrá todo el tiempo para ti. 

Pero estás equivocada. Él también sabe lo que piensas. Se lo ha dicho su experiencia. Las mujeres se han rendido muchas veces a sus pies y por eso ha aprendido que no es necesario una a la vez. Tiene sus propios deseos y sueña mil veces a alguien que sea superior a él. Tiene fantasías con varias mujeres en su cama y sabe que es posible porque el destino le ama y por eso lo ha dotado de facciones y de piel. Te ve y sabe que eres una más a analizar. No está pensando en lo que pedirá si te invita a almorzar sino en lo que pasará después si te invita a estar con él. Sabe que lo harás porque no eres la primera. Su experiencia partió a los 15 años cuando en “el Cole”, “las chavitas” le entregaron sus pétalos de piel. 

Y allí estoy yo, viendo cómo actúas. Sin el tiempo necesario porque vivo en un horario de trabajo y compromisos. Las presiones de la vida me han dejado sin comida, muchas veces, pero he ganado la partida con los meses. Mientras el espejo me recuerda que soy feo, aprendí a descubrir que la belleza no envejece. Está en el alma y ese, es el mejor trofeo. No me interesa cómo vistes, si tu pelo es de “Biolash” o si hueles a “Smoll Talk”; y no quiero descubrir si compraste el “Bubis-bloken” o te has tatuado el “no me toquen”. Sólo admiro tu sonrisa y veo que eres linda, para mí. 

Los demás no ven así. Ven tu pelo despeinado y tu ausencia de colash. Y te aclaro algo hoy: a veces no ven tu rostro, sólo el “vamos, voy, que voy”. 

Mi interés en cambio, es escucharte. Ver que avanzas comprendiendo el lenguaje de la vida. Y esperando que descubras con el tiempo que no soy alma perdida. Yo ya tengo mi futuro. Tengo casa y tengo carro pero no por presumir, sino porque yo sin ellos, no tendría donde dormir. No hay argollas en mis manos, ni cadenas, ni reloj y el dinero que me falta, se lo doy a mi mamá. He criado a 7 hermanos y mi anhelo es ser “ejemplo de honradez”. No me gusta el despilfarro y no bebo nada en tarro. Soy tan solo, una pieza de ajedrez. Pero tengo metas altas que quisiera compartir. 

No comparto tus defectos y no fumo, ni por nervios. Mi lenguaje es muy cortés. Adquirí sabiduría de la forma poco amable, mas los golpes de la vida me enseñaron a ser pez. Soy romántico y poeta y fluido en el hablar. Y quisiera, algún día, cuando tú hables conmigo, que no me mires como amigo. Que las veces que te hago reír, sean preámbulo de un mejor porvenir. Que la seguridad que sientes cuando me abrazas y la confianza que me tienes cuando me avisas que besaste calabazas, abra la puerta a mi futuro de hombre maduro. Y ese muro que te separa de la felicidad verdadera termine como en Berlín, dejando que los complejos lleguen a su fin. Vamos a poner algo aquí en tu corazón, a ver si lo aprendes. No se elige a la persona más bonita del mundo, se elige a la persona que hace más bonito tu mundo, o sea que bien podrías elegirme a mí.



miércoles, 18 de diciembre de 2013

La graduación




Edwin Rolando García Caal

-Mynor, ¿Cómo estás? Bien. Aquí, almorzando. Y ese milagro, ¿siempre vienes a almorzar aquí a los tomatines?...


Eran las 4 de la mañana, el sueño pedía a gritos que se quedara en la cama, pero no era posible, esa sería una semana muy atareada. Luego de una corbata ajustada y un desayuno liviano, se escuchó el ruido de un motor. Para Mynor el día había comenzado.



Entre las 10 y las 11 de la mañana se escuchó esta conversación. -Aló, ¿Los Tomatines? -Sí señor. ¿En qué podemos ayudarle? -Quisiera hacer una reservación. -¿Para cuántas personas? -Sólo 2. -Excelente, ¿a qué hora señor? -A las 13:00 horas. -¿Algún motivo especial? ¿Quiere acompañamiento de mariachis? ¿Alguna canción de cumpleaños? ¿Música especial para enamorados? -Nada de eso. Es la graduación de mi hijo.    -Me parece bien señor. Podemos ofrecerle un pastelito de graduación… 

-¿Quedamos entonces para el día de hoy a las 13:00? -No, no, no. La reservación es para el día miércoles 20 de noviembre de 2013. -Ah, dentro de dos días. Señor ¿Quisiera hacer un pedido anticipado? Le podemos enviar el menú por email o si lo prefiere, sólo hacemos la reservación y usted revisa hasta ese día la carta. -¿Cuál es la ventaja del pedido anticipado? -Que nuestros precios son más cómodos, ya que usted realiza el pago también por anticipado. -Pero no disminuye la calidad de la comida ¿o sí? -No señor, para nada. Usted escoge lo que desea consumir y por el pago anticipado tiene un 10% de descuento, además a la hora indicada su pedido ya está listo, así no tendrá que esperar nada. -Excelente, envíemelo a esta dirección de correo…

A las 14:00 horas del día siguiente el silencio nuevamente se ve interrumpido en aquella oficina. -¡Puchis vos! ¡Ni color que hay pisto! -Nada qué ver. Es un almuerzo nada más. -Pero mil quinientos quetzales no es un almuerzo nada más. A quién te le vas a declarar. -Ya vas. Lo que pasa es que mi hijo se gradúa mañana y es un evento único, así que no me importa gastar lo que sea necesario para que ese día se sienta el Rey del mundo. -Y qué ¿Ya es ingeniero? -No, se gradúa de nivel medio. -Ya está grande verdad vos. -18 años tiene ya. -Qué bueno. Yo más creo que la celebración es por tu graduación y no por la de él. -Será por mi cumpleaños también. Imagínate, mi hijo se gradúa el día de mi cumpleaños. Eso no es coincidencia. En realidad es un regalo, después de 14 años de desear que llegara este momento. -¿Y qué dice tu hijo por el almuerzote al que lo vas a invitar? No sabe. En realidad no está viviendo conmigo. -¿Pero no eras papá soltero pues? -Sí, pero cuando cumplió 18 le pregunté si se quería ir a vivir unos meses con su mamá y me dijo que sí. Antes de entrar a la universidad. Así que llamé a la señora y le pregunté si aceptaba tenerlo en su casa unos meses. -¿Y qué te dijo? -Ella inmediatamente me preguntó si le iba a mandar dinero, porque ella no tenía dinero para él. -Sin vergüenza verdad vos, no lo crió y todavía así le niega mantenerlo unos meses. Y le dijiste que no, me imagino. -Jajajaja, cómo creés. Le dije que estaba bien, le enviaría 800 quetzales al mes para la comida. -Disculpame mano pero vos si te pasás, o sos o te hacés. Ella se fue a Estados Unidos cuantos años ¿cinco? -Siete. -Vaya y ¿cuándo le mandó un centavo a tu hijo? -Nunca. -Y entonces, que por lo menos estos meses lo hubiera mantenido. –Yo no quiero pelear, mejor que yo lo siga manteniendo, así no tendrá nada qué reclamarme después. Total es sólo para que mi hijo sienta por unos meses lo que significa tener mamá.

-Hay pero una mamá como ella, yo no la quisiera tener. -Pues vieras que está contento. En su muro de facebook escribió “ya hasta había olvidado lo que era ser feliz”. -Púchis, entonces con vos nunca fue feliz. Pero así son los hijos vos, me imagino que es la novedad de vivir con su mamá. -Pues a mí sí me molestó pero no le escribí nada, total yo tengo más recuerdos positivos entre los dos. -¿Y cuando lo mirás? -Todos los fines de semana, cuando llega a traer el dinero, porque le doy 200 semanales, así le voy controlando que le alcance hasta el fin de mes. -Buena estrategia, así obligatoriamente tiene que buscarte. -Pero ni lo veo, llega en cuestión de 20 minutos, le doy el dinero y se va. Siempre tiene compromisos, que tiene que ir con la novia, que con los amigos, que con un profesor, etc.

-No dijiste que no tenía novia pues. -No tenía, pero al mes de estar con la mamá como que le apareció una, jajajaja . Y ahora sólo corriendo porque lo está esperando. -Así pasa mi amigo, así pasa, pero espero que celebren mucho.

15:38 -Aló, ¿está listo el anillo pedido 8564? -Sí señor, cuando quiera puede pasar a recogerlo. -Gracias. ¿Puedo a las 6 de la tarde? -Sí señor. -Gracias.

Son las cuatro de la mañana. Todo está listo. Anillo en mano, Mynor se pone el traje más nuevo. Eso sí zapatos para estrenar. En esos instantes el espejo le escucha decir: -Hoy es mi cumpleaños y al mismo tiempo la graduación de mi hijo. Qué más puedo pedir. Almuerzo reservado. Ah, falta pedir permiso en el trabajo. Eso es lo primero para hoy.

11:00 -Señores padres de familia, por favor, se ha habilitado el lado derecho y el lado izquierdo para que coloquen el anillo a sus hijos. Les rogamos sean breves porque es importante que todos aprovechen el escenario.

12:00 -Esto es todo. Pongámonos de pie y demos un fuerte aplauso a los nuevos profesionales que engrandecerán el futuro de la patria (Aplausos). -Al momento de salir, les rogamos no quedarse mucho tiempo en los corredores, recordemos que este es un hotel con muchos eventos y hay otras actividades por venir. Gracias.

-¿Cómo estás? ¿Emocionado? -Sí, permitíme, sólo voy a saludar a unos compañeros.

-¿Nos vamos a tomar fotos? -Pero ya tengo que entregar la toga, porque no podemos quedárnosla por mucho tiempo. Sólo me despido de mi mamá. -¿Está bien? Decíle que se venga a tomar fotos también.        -¿Cómo creés? -Aquí te espero.

-¿Y la toga? -Ya me la quitaron. -Bueno, tomémonos fotos enfrente de la puerta. -Está bien, pero sólo una o dos, es que fijáte que me están esperando. -Pero ¿sabés qué día es hoy? -Sí, el día de mi graduación. -Te mandé un mensajito informándote que íbamos a almorzar juntos. –Sí lo sé, pero total el mundo no se acaba hoy. Podemos almorzar mañana o pasado. -Te cuidás oíste. Bendicioooooones.

13:30 -Mynor, ¿Cómo estás? -Bien. Aquí, almorzando. -Y ese milagro, ¿siempre vienes a almorzar aquí a los tomatines? -Calláte. Sentáte, me querés acompañar. -Me vas a disculpar, pero vengo acompañado. -¡Pero ella no es tu esposa! -¡Tranquilo men, tranquilo!

13:45 -Señor, ¿le podemos traer el pastel? -Sí gracias. -Disculpe, es política de la empresa tomarle a los cumpleañeros una foto con nuestro sombrero de charro. ¿Nos permitiría? -Está bien, procedan. -Sonría.
-Disculpe señor, está bien esta foto o le tomo otra. –Está bien. Gracias. –En un momento se la traemos.

-¡Llamen una ambulancia! ¡Este hombre está teniendo un infarto! –Permiso, permiso, yo lo conozco. Tranquilo Mynor, todo está bien, respirá por favor, respirá. ¿Llamaron a la ambulancia? ¿Alguien sabe primeros auxilios? Creo que se desmayó.

14:01 –Permiso por favor, permiso. –Lo siento, ya no podemos hacer nada. Anoten la hora del deceso y escriban el reporte. -¿Usted es el gerente? –Así es señor, ¿sabe el nombre del occiso? -Sí señor, Mynor Nieto, pero su factura no tiene dirección porque sólo pidió que se escribiera “ciudad”. -¿Algún familiar estaba comiendo con él? -No señor, vino sólo. –Ya registramos sus bolsillos pero no tiene identificación ni teléfono. –Yo lo conozco señor, pero no sé donde trabaja ni donde vive, porque fuimos compañeros en un trabajo anterior. –Entonces que se presente el Ministerio Público y lo trasladen a la Morgue, en espera de que algún familiar lo reclame. Nosotros aquí ya no podemos hacer nada, por lo que nos retiraremos. 

–Señor oficial copie nuestros nombres y el número de la ambulancia para su reporte. -Con el permiso de ustedes.

14:40 –Hemos compilado la información y procedemos a retirar el cadáver. –Disculpe señor, servirá de algo que les proporcione la foto que le tomamos al occiso durante el almuerzo. –Claro que sí, será de ayuda. La entregaremos en la información de la morgue para la identificación. Permiso. Ya puede abrir su negocio señor. Buena tarde.

Eran las 2:45 de la tarde, el alba estaba clara, aún así no era posible sentir los rayos de sol, el mes de noviembre siempre ha sido así, con mucho viento y un clima de frío. Para el resto de la gente el día continuaba su marcha, cada uno tenía una agenda muy atareada, acciones, metas, proyectos, problemas y rutina. Luego de que pasó una bolsa negra montada sobre una camilla, con un broche ajustado y un movimiento liviano, se escuchó el ruido de un motor. Para Mynor, la vida había terminado.



jueves, 5 de diciembre de 2013

¿Aceptas ser mi novia?





Edwin Rolando García Caal


Soy un hombre que quiere llevar una relación en serio y por eso quiero pedir formalmente que aceptes ser mi novia. Pero antes te advierto: no esperes de mí un ramo de rosas, una serenata o que te regale una joya. No te abriré la puerta del carro ni te diré melosamente mi amor, mi vida, mi cielo y mi tesoro. Aún no me conoces y eso está bien, porque así debe ser. Un noviazgo es abrir la posibilidad a la esperanza para yo encontrar a la mujer de mis sueños y tú aceptar al hombre de los tuyos. Pero para cuando seas mi novia sé que debes tener claro lo que puedes esperar de mí existir. Y si hay algo sobre lo que quiero cimentar nuestros sentimientos es en la verdad, en la sinceridad y en la honestidad.


No quiero regalarte un ramo de rosas porque la dicha no viene en colectivo sino en singular. Te daré una rosa cuando menos lo esperes, porque creo que es original aparecer romántico en el momento menos indicado y no hacer fila cuando todo el mundo quiere darte abrazos, besos regalos y cosas. Pero también porque es UNA la posibilidad que tengo de llegar a conquistar tus más hermosos sentimientos. Si mi rosa llega a abrirse totalmente y dura mucho más de lo que esperas, sabrás que mi amor está cubierto de pétalos, que no se caerán tan fácilmente, mientras tengan agua y el agua que necesito me la darán tus besos. Y cuando juntos estemos, ya no te regalaré una rosa. Tengo planeado sembrarte un jardín en nuestra propia casa. Porque es mejor despertar cada mañana de primavera viendo por la ventana como se abren los botones que nos dan belleza angelical y no observar en nuestra mesa cómo muere día a día aquella rosa que arrancaron de su cuerpo natural para ponerla en un cristal. 

No esperes de mí que lleve serenata a tu ventana. Porque la alegría vana siempre llega así, con sonido alto y sonando bombos y platillos, para que todo el mundo vea los segundos que dura la emoción de una canción. Tú debes saber que los mariachis de cualquier serenata terminan dejando su traje en una sercha y volviendo a la vida real para sufrir sus penas. Yo prefiero hacerte una canción para que su música sea eterna, para que la escuches una y otra vez con el recuerdo del primer día que la canté y la seguridad de que mientras exista esa música y la letra haya tocado tu corazón, tendrás, con toda la razón, un motivo para mantener vivos tus emotivos sentimientos y seas feliz. En el momento de la tristeza, porque yo pudiera estar lejos, escucharás mi canción en tus oídos y sabrás que soy yo, una música, una letra y un suspiro, que piensa en ti.

Discúlpame si soy directo. Mas creo que eso no es un defecto. Es una garantía. Y te puedo asegurar que gracias a esa cualidad al salir día a día del trabajo, sabrás que no iré a otra parte, nada de reuniones con amigos, nada de emociones inventadas en un partido de futbol. Saldré de mi trabajo y me iré DIRECTO a buscarte, porque lo mejor de mi vida será estar contigo y eso sí te lo puedo ofrecer. 

No te abriré la puerta del carro. Porque tengo claro que el chofer de la reina jamás le dio un beso. Entonces qué gracia hay en eso. Hacerte sentir que eres superior a mí, sólo hará que pienses que no te merezco y que fijes tu mirada en otros hombres, pensando que llegará aquel caballero al que su chofer le abre la puerta. En la vida real, la realeza jamás intimó con quienes les abrieron la puerta, sólo sucedió en los cuentos de hadas y está claro que esos, son puros cuentos. Me han contado mis amigas que aquellos que empezaron abriendo la puerta del carro, ya casados terminaron abriendo día a día la puerta por donde salieron sus oscuros sentimientos y transformando en recuerdos viejos aquella actitud que les había enamorado. En cambio te propongo que seamos iguales, tú para mí y yo para ti. Como dos niños de vecindario que caminan tomados de la mano hacia la tienda, porque encontraron una moneda que alcanza para comprar una gaseosa. 

No te diré melosamente mi amor, mi vida, mi cielo y mi tesoro. Sólo lo diré cuando estemos con la debida calma. Quiero que cuando lo escuches de mis labios, sea en aquellas ocasiones en donde tus sentidos están poniendo atención al sentimiento y así haré que esas palabras no sean de rutina sino todo lo contrario, demuestren la verdadera esencia que me une a tu figura, a tu vida,… a tu alma. 

No te regalaré una joya. No quiero que te roben en menos de lo que canta un gallo lo que yo te pueda dar. O que estés preocupada pensando en donde la puedes esconder antes de salir a caminar. Ni quiero ponerte en riesgo para atraer hacia ti otras miradas que, por el brillo de las joyas y tu realce, tu cariño me quieran robar. Tampoco quiero regalarte algo que por hermoso no lo puedas usar y lo tengas que guardar. Yo quiero regalarte aquello que pueda estar siempre contigo, que te traiga recuerdos míos y que siempre puedas disfrutar. Que pueda crecer como crecerán tus sentimientos y que aún nos abrazará cuando estemos viejos. Eso no es algo pero valdrá más que muchas joyas. 

Y ya pasados de letras, quiero decirte lo que sí te ofrezco. Te ofrezco no decir malas palabras, ni delante de ti, ni a escondidas, ni cuando estemos felices, ni cuando estemos molestos. Si nuestra relación es de respeto, será en todo sentido duradera. Te ofrezco no falsear jamás la alegría, agregando licores al agua fría. Te ofrezco estar 100% sobrio, en el día a día y en los momentos de alegría. Cuando estemos tristes y cuando el baile sea lo único que el alma anhela. Te ofrezco aceptarte como eres, con tus virtudes y tus defectos. Me ha pasado que escucho una canción por primera vez y me encanta, pero también me ha pasado que escucho una canción por primera vez y no me gusta. En el segundo caso, cuando decido aceptar la canción y la escucho muchas veces, termina por gustarme y hasta la canto. Por eso he entendido que lo que uno logra aceptar, siempre le llega a gustar. Entonces qué dices: ¿aceptas ser mi novia?


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Costumbres de las familias mayas de Guatemala




Edwin Rolando García Caal

En Guatemala, las costumbres de las familias mayas se han convertido en un atractivo turístico, sin embargo para la población, dichas costumbres representan su identidad, independientemente de quien les observe. En tanto, otras familias han cambiado estas costumbres por un estilo de vida más urbano, muchas otras luchan por defenderse de la enculturación. No pretendo acotar el tema ya que es de sumo extenso, pero quiero hacer un pequeño aporte, como punto inicial de una reflexión.

En primer lugar es necesario saber que a la llegada de los españoles existían 29 idiomas mayas en Guatemala, ahora sólo se hablan 20 además del garífuna, xinca y español. Las costumbres anscestrales están inmersas en su forma de vida, en la manera en que realizan sus actividades productivas, su idioma y sus creencias religiosas.  Aunque algunos autores señalan que la invasión española provocó la pérdida de identidad cultural hoy por hoy, 6 millones de habitantes indígenas de Guatemala luchan por establecer con mecanismos impresos y educativos sus costumbres y tradiciones.

Una primera costumbre familiar es el hecho de que las mujeres se dediquen a tejer las prendas de vestir de la familia. Los hombres se dedicarán a las actividades productivas, principalmente la agricultura. Madres e hijas trabajan en telares familiares, las telas típicas que son características de cada grupo maya. Los padres y los hijos desarrollan actividades agrícolas y cuando el tiempo se los permite, elaboran sus propias artesanías hogareñas (platos, vasos, comales, canastos, paletas para la molienda, piedras de moler y muebles. Para todas estas producciones artesanales utilizan los insumos rudimentarios que encuentran en la naturaleza, no se realizan transacciones de compra-venta de los insumos para la fabricación de sus artesanías. Utilizan la menor cantidad de dinero que les es posible, ya que su producción agrícola es para el autoconsumo y no para la venta.

Los hijos e hijas acompañarán a padre y madre en la realización de las actividades diarias a partir de los 7 años. Para las culturas mayas, la tradición se transmite de forma oral. Esta costumbre ha venido a ser un muro difícil de vencer por las culturas occidentales que intentan reducir el índice de analfabetismo y enviar a los niños a la escuela a partir de los 7 años. El reproche que los grupos mayas tienen al respecto deriva en que no aceptan del todo una educación que sólo se imparte en español y que no incluye la valoración de sus costumbres. Los niños que asisten a la escuela y aprenden a hablar el español, después quieren trabajar para devengar un salario, mientras que los padres mayas intentan mostrarles la no necesidad del dinero.

Los días para una familia maya son importantes. Para estas familias hay dos estaciones, una seca y una lluviosa. La época lluviosa es importante porque durante ese periodo se dedicarán a la agricultura, la época seca será importante porque en ese periodo se dedicarán a las artesanías y a las actividades religiosas. Sus actividades religiosas incluyen la fabricación de marimbas y la interpretación de este instrumento, ya que será el principal a utilizar en sus festejos religiosos.

Las familias que se han urbanizado, a pesar de mantener el traje típico ya no aprenden a tocar la marimba y gustan de otros tipos de música, dependientes de la electricidad y del carbón. Lo que los obliga a comprar grabadoras, reproductores de cd y otros aparatos electrónicos o de baterías. También se reducen en las familias modernas los deseos de trabajar agricultura de autoconsumo.

Los principales productos de autoconsumo para las familias mayas son el frijol, el arroz y el maíz. Las verduras sí se producen para la venta, ya que con ese dinero compran azúcar, fósforos, sal, fertilizantes, ropa y otros insumos necesarios para su producción de autoconsumo y su alimentación básica. Para vender las verduras utilizan un día de mercado a la semana. Cada pueblo tiene un día de mercado en donde se reúnen todas las familias mayas y ponen a disposición sus productos. En algunos pueblos el día de mercado es el lunes, en otros el martes, en otros el miércoles y así, para los más modernos y occidentalizados los días de mercado serán los sábados y domingos, pero esto ya tiene una influencia de la educación occidental y es más repetitivo en las zonas urbanas. En las familias mayas es la mujer la responsable de llevar las verduras al mercado, el hombre se queda en la finca realizando las actividades de cosecha y almacenando la producción agrícola. Los productos que llevan al mercado las mujeres no son muchos, dependen de lo que quepa en un canasto que llevarán en la cabeza. Incluye la producción de especias para dar sabor a la comida.

Los tejidos son importantes para las familias mayas porque utilizan las telas como un pizarrón para enseñar a los hijos parte de sus costumbres, utilizando en lugar de palabras dibujos y formas especiales. Cada forma bordada en un traje típico representa un mensaje de su cultura para las nuevas generaciones y lo van explicando cuando están tejiendo. Los hijos escuchan con atención. Esta forma de transmitir sus costumbres por medio de la iconografía fue inventada durante la época colonial, ya que los españoles les tenían terminantemente prohibido reproducir sus costumbres por cualquier medio, así como hacer reuniones públicas o secretas, por lo tanto, aprovechando que no comprendían el idioma maya, los indígenas se idearon la forma de utilizar los tejidos como libros para no perder su cultura.

Otra forma de mantener su cultura lo hacen a través de la religión cristiana católica. Aunque no es un catolicismo puro ya que mezclaron parte de sus creencias y las disfrazaron de  celebración católica con el fin de no perder sus creencias. Sin embargo, las nuevas generaciones cada vez más están siendo trasladados del catolicismo al protestantismo y donde sí están perdiendo totalmente sus costumbres.

Sin embargo, no todas las costumbres mayas han sido desechadas por los estudios científicos. Por ejemplo, la forma de tener a los hijos es a través de un parto de pie, en tanto que la cultura occidental siempre propuso el parto en cama. Ahora, estudios recientes han demostrado que el parto de pie (ahora llamado parto vertical), reduce considerablemente las muertes maternas y que los indígenas mayas habían aventajado a la medicina occidental al evitar los partos en cama.

Asimismo, para curar las enfermedades las familias emplean sólo productos de la naturaleza. A veces recurren a ceremonias religiosas curativas en donde queman incienso y utilizan plantas llamadas chilca y ruda. Está documentado que en el Hospital de Huehuetenango la psicóloga dio como caso incurable la locura de una paciente que fue sometida a terapia durante 3 años sin lograr ninguna mejoría. El sacerdote maya, líder de las ceremonias religiosas que se realizan para pedir al corazón del cielo  (el sol) y al corazón de la tierra (la naturaleza) por las cosechas y la salud, llamó a la paciente y la comunidad realizó una ceremonia de curación. Para asombro de la psicóloga, que estaba presente como observadora, la paciente sanó por completo. Ahora, se ha creado en el Ministerio de Salud una unidad llamada de Medicina maya y de otros pueblos no occidentales, para poder avanzar en el conocimiento de la cultura maya en materia de salud. Las familias mayas prefieren acudir antes del centro de salud a la casa de la comadrona, quien ahora ya está certificada por el Ministerio de Salud y recibe una remuneración. Antes era un trabajo gratuito que se hacía por vocación.

Los casamientos en las familias mayas se hacen por solicitud a la familia. El posible novio habla con el padre de la posible novia y negocia una dote (aportación) para la familia, la dote puede consistir en 10 quintales de maíz, frijol o leña; lo entrega al padre y le explica que está con eso solicitando permiso para ser el novio de su hija. El padre toma la dote y analiza, tres días después debe dar respuesta. Si devuelve la dote significa que no está de acuerdo. Si la acepta, ya son novios, pero todas las veces que se reúnan deben estar bajo observación de la familia de la novia. Las familias que están perdiendo estas costumbres ahora no participan del noviazgo de los hijos, ellos consiguen sus novias sin que se enteren los padres. Esto ha traído un problema que no existía antes. En las familias mayas no había madres solteras, porque cuando se quería procrear hijos era condición no negociable estar casados. Las familias consentían el matrimonio en una cena y el matrimonio sucedía en una ceremonia religiosa en donde el regalo para los novios era salir casados hacia una casa construida por ambas familias para que iniciaran su nuevo hogar, la novia debía tener como mínimo 15 años. En las familias que están viviendo en zonas cada vez más urbanas, las hijas resultan embarazadas y los responsables de ese embarazo muchas veces huyen del lugar y emigran hacia la ciudad, dejando tras de sí un creciente número de madres solteras.

La asimilación cultural occidental fue bloqueada por mucho tiempo en la cultura indígena, con apoyo de la marginación que estos pueblos sufrieron de los mestizos. En dichos pueblos mayas no se ponían escuelas, centros de salud, alcaldías y servicios de urbanización. En ese sentido, los pueblos tenían inclusive su propio sistema de justicia. Cuando un miembro de la comunidad era sorprendido robando o cometiendo alguna fechoría, era llevado al centro de la comunidad y azotado por cada uno de los padres de familia, empezando por el propio padre del ladrón; el azotado era amarrado a un palo para sufrir la vergüenza social de haber sido encontrado en infracción. Esto hacía que todo el pueblo lo identificara y por lo tanto le fuera difícil nuevamente cometer una fechoría. Ahora que se han puesto juzgados en todos los pueblos mayas y la educación ha entrado con escuelas y proyectos de educación bilingüe, se ha encontrado que la aplicación de justicia se hace en privado y cuando los criminales salen, pueden hacer nuevamente fechorías debido a que no se reconoce públicamente su delito. Cuando en una familia un hijo cometía un mismo delito varias veces era expulsado de la comunidad, en una sentencia que se hacía en la plaza pública. En las comunidades mayas, no existían las cárceles.

Como parte de las costumbres mayas, es necesario conservar los recursos naturales. Los bosques de Chimaltenango son famosos por estar en territorio maya. Esos bosques se han mantenido por muchos años y no tienen problemas de deforestación. Las familias saben que pueden aprovechar la leña de los árboles secos, pero que no pueden cortar un árbol sano. Las tierras son comunales, por lo tanto no se pueden vender sin el consentimiento de todo el pueblo. Como no hay propiedad privada no prevalecen los intereses de algunos pocos y las decisiones deben ser tomadas por toda la comunidad. Cuando los gobiernos de Guatemala de 1956 a 1986 estuvieron dando títulos de propiedad a las familias de algunas comunidades mayas, resultó que los más adinerados agricultores de la Costa Sur (la mayoría de origen español o capitalistas) llegaron con estas familias y les compraron sus títulos de propiedad para poner producción vía farmer para las exportaciones, lo que terminó por desintegrar las comunidades indígenas y convertirlas en zonas urbanas con costumbres occidentales.

Las familias mayas tienen un repertorio grande de alimentos especiales. Como parte de su producción de autoconsumo, en todas las familias hay gallinas, gallos, patos, chuntos, perros y gatos. Con excepción de los dos últimos que son mascotas, el resto se utiliza para cocinar. El caldo de chunto o kac kic  es un plato reconocido a nivel mundial como una exquisitez maya. También hay saquic o caldo blanco, tamales,  chuchitos, atol blanco, café de tortilla quemada, tamalitos de chipilín, tamalitos de elote, atol de elote, atol de arroz, fresco de arroz, atol de arroz con maíz, elotes azados, pan de elote, el café es hervido y las tortillas tienen diferentes tamaños y grosores.

Así como los alimentos, el embarazo y posterior nacimiento en las familias indígenas está acompañado de un sinfín de costumbres entre las que podemos mencionar:

La señora no debe levantar cosas pesadas, no debe participar en bailes de convites porque el niño puede nacer con un defecto físico. No es recomendable pasar sobre escobas, si no la mujer sólo puede llegar a tener hijas mujeres. No debe de lavar ropa por que le hace mal al niño. No es recomendable pasar sobre mangueras para que el cordón umbilical no esté enrollado al cuello, es recomendable bañarse con agua caliente y con toda clase de hiervas  (palogigante, hojas de cerezo, durazno, manzana, chilca, altamiz, bugambilia, culantrio, etc., para que tanto el niño como la madre, en el transcurso del embarazo y después del nacimiento no se enferme constantemente.

Cuando la mujer está embarazada no es recomendable que haga tamalitos en tusa de color rojo para que el niño no sea tímido. La señora embarazada debe de consumir aguacate con sal para que el niño sea inteligente. La madre debe consumir el alimento una sola vez no recalentado para que el recién nacido sea muy listo. La mujer embarazada debe cargar siempre su delantal para que el niño no sea muy liberal. Evitar los enojos, tensiones, discusiones, porque puede percibirlo el niño. La mamá debe escuchar música y participar en las fiestas para que el niño sea muy activo.

Después del nacimiento es necesario quemar la placenta para que sea muy listo. Hacer un agujero en medio de una tortilla recién salida al comal luego hablarle al niño o niña para que le facilite hablar. Hablarle con objetos que tengan colores muy encendidos para que sea muy listo. Cuando al retoño de la corteza del pino esta cae dejando un agujero al caer, hablarles a los niños por el agujero para que lo imiten y logren iniciar el habla. Destaparle la cara en el momento que nace el niño para que pueda ver rápidamente. Colocarle clara de huevo en las plantas de los pies para que logre caminar rápidamente. Cuando sale el sol caminarlo sobre mazorcas con los colores de los 4 puntos cardinales (Rojo, Negro, Amarillo y Blanco) así se aumenta su sentido de locomoción y visual. Bañar al recién nacido con agua caliente, hojas de durazno, chilca, y con rosas tendrá mejor energía para el transcurso de su desarrollo. El recién nacido debe utilizar un anillo de oro o cadena para protegerlo del mal de ojo. Se debe buscar un amuleto para protegerlos de malos espíritus. Se debe halar la mollera por la cabeza cuando un niño tiene dificultad respiratoria, por eso se pone de cabeza y se sacude tomándolo por los pies. No cortarle el cabello antes de cumplir el año para evitar que se enferme constantemente y que tenga un desarrollo inadecuado. Amarrar las manos del niño cuando nazca parea que no sea inquieto y tentón. Dar los restos de comida del niño a un loro para que hable más rápido. Vestir al niño de color rojo para protegerlo de mal de ojo. Se coloca un morralito en el cuello  del niño para que las mujeres embarazadas no le den mal de ojo. Se le coloca chile, ruda y ajo, en la ropa para protegerlo de malos espíritus. Ponerlo de cabeza cuando hay relámpagos para que no se asuste. No es bueno cortarle las uñas antes de un año  si no al llegar a grande no tendrá muchos bienes.

En la cultura occidental, cada vez que un niño o una niña se enferma, los médicos acostumbran recetarle antibióticos, lo que le provoca temprano enfermedades del estomago en la flora intestinal y gastritis, al mismo tiempo que reduce sus defensas.

Bueno, costumbres hay más, pero el tiempo para escribir en este apartado se terminó, así que será hasta una próxima.