Qué chiste.
No sabías ni en donde se encontraba la universidad. Tomaste el bus que te
indicaron pero en la ruta contraria y te perdiste. Tal vez esa acción fue la
forma que utilizó la vida para enseñarte que tenías que aprender a perder. Pero
al fin llegaste y en aquella cola de gente, había una misma emoción. ¡Ganar el
examen de admisión! El día indicado te apersonaste y conociste la decepción. Pero no te preocupes estoy contigo. Otra vez será, dijiste para tus adentros. Lo volveré a intentar. Y seguiste nuevamente la rutina del proceso, pero ¿qué
es eso? Por segunda vez la publicación dice que no. Era tiempo de pensar otras
opciones. Pero tenías la seguridad de que las respuestas que diste eran las
correctas. Y te preguntabas: ¿Qué querrán que se responda? ¿Por qué aprobó la
fulanita y el menganito? Eran los más haraganes del nivel medio. Entonces te
surgió la duda: ¿Serán mejores que yo? Y al final tomaste una decisión. Ya no
voy. Hay que buscar cuánto cobran las privadas.
Pero nunca
falta alguien, que te dice prueba otra vez, estoy contigo. Otra vez será. Ya sin ganas, repites
el proceso pero sin estudiar. El desánimo puede más. La resignación llega.
Vamos a ver qué pasa. Sigues la rutina acostumbrada. Pero ¿qué es eso? Esta vez
la publicación dice que sí. Y entonces te aparece la humildad. En realidad lo
que ocurrió es que sin estrés lees mejor lo que ves. Con la mente serena se
hace una mejor cena. Así que feliz, llegaste a tu casa. Familia quiero
informarles que gané el examen de admisión. Fue el primer triunfo. La primera
emoción. Hay aplausos. Hay abrazos. No todos los que uno quiere, porque siempre
hay alguien que piensa que no lo lograrás. Aunque no te lo digan, aunque solo
lo piensen. Se siente, pero no importa. Era día de festejar. A comprar los
cuadernos y a forrarlos. Lapiceros de colores. Una regla y posiblemente, tu
primera calculadora científica. Te pusiste un compromiso. Pienso hacer letra bonita.
El día uno
llegaste al salón asignado, pero todo se veía desolado. En tu cabeza
aparecieron las dudas. ¿Será aquí? ¿Será a esta hora? ¿Quién dará clases? ¿Será
esa señora? ¿A qué hora será el recreo? ¿Solo 2 clases? No lo creo. Con la información de los cursos te planteas una
sentencia. ¡Esto será pan comido! En menos de 5 minutos el salón está a reventar.
Alguien entra. Buenas noches jóvenes. Este es el curso “Socioeconomía General”.
Hoy aprenderemos que solo hay 2 exámenes parciales. La zona es de 70 puntos. Al
escuchar eso, te alegras. Ve qué fácil. ¿Por qué le tendrán tanto miedo a la
universidad? Anotaciones para el cuaderno. El catedrático dice que la clase
empieza una hora después de lo que está publicado y que las preguntas se
responden mejor en el parqueo, con una botella de guaro. Tarea: investigar qué
significa guaro.
Al poco
tiempo de que salió el primer catedrático entra alguien. Buenas noches jóvenes.
Este es el curso “Fundamentos teóricos de las Ciencias Económicas” les vamos a
contar la historia de la Universidad y los días que hay de feriado. Pero antes,
lo primero de lo primero: ¿ustedes creen en Dios? Ese curso está muy feo. Anotaciones
para el cuaderno. Hablar en la iglesia que me den tips para contradecir al
catedrático.
Por si
fuera poco el día dos encuentras un salón con más estudiantes que escritorios. Y te dices, aunque sea que logre meter la mano, con eso me conformo. Buenas noches. Este es el curso de Derecho I. Tienen que comprar la
constitución Política de la República de Guatemala. Anotado. Por fin un curso
que parece normal. Imaginas que ese curso se va a ir derechito, derechito. En
el cambio de horario, te preparas a sacar el cuarto cuaderno. Buenas noches.
Este es el curso Técnicas de Investigación Documental. El día de hoy tenemos
que aprender que no debemos creer nada. Será que yo soy su docente o me metí a
este salón para jugarles una broma. Quienes ya les dieron clases eran sus
docentes o eran estudiantes repitentes jugando con los estudiantes nuevos. Escuchas
al docente y afirmas. Eso no es cierto. Eran muy grandes para ser estudiantes.
Aunque la señora que está a la par parece que tiene la misma edad que ellos y
aquel otro señor también. Te atreves a preguntarle. Oye, ¿tú eres catedrático? Y
la voz que dirige grita una sentencia. En este curso tienen que hacer grupos. Por eso te alegras. ¡Trabajar en grupo es pan comido! No te preocupes si eso te da risa. Estoy contigo.
Qué rápido
pasa el tiempo. No quedó oportunidad para nada. Mañana es la fecha final para
entregar tareas. Qué humillación ninguna tarea estaba bien. Anotaciones para el
cuaderno: hoy nos dijeron tontos. Te dolió cuando dijeron que tal vez te equivocaste de carrera.
El frío que
recorre el cuerpo es de desánimo cuando el catedrático informa quienes no
llegaron a zona mínima y allí estaba tu número de carné. A intentarlo otra vez.
En el otro curso te dicen que tienes oportunidad de probar en Escuela de
Vacaciones. Con tres fracasos seguidos, piensas. Hay que buscar cuánto cobran
las privadas. Pero no te fuiste. Alguien te hizo cambiar de idea. No te preocupes, estoy contigo.
Te diste
cuenta que enfrentarse a Matemática I y a Economía Política es algo de otro
nivel. Si Socioeconomía te había costado, qué sería lo que te esperaba. El jefe
en la oficina no apoyaba. A la hora de salida te decía directamente: “hoy
tendrá que quedarse hasta terminar”. Sólo te queda gritar: Nooooo. Es día del primer parcial. Parece
que el jefe adivina los momentos perfectos para fastidiarte la existencia. El día que
hay que entregar la parte que te corresponde del trabajo de grupo, el día del
repaso. Y los docentes con su misma cantaleta. “No habrá prórroga para la entrega”.
“No se aceptarán entregas fuera de fecha”. Hasta que la costumbre domina el
ambiente. Vivir es como subirse a un ring de boxeo. Tú eres uno de los
boxeadores, la vida es el otro. No puedes esperar bajarte sin haber recibido
algunos golpes bien puestos. Lo bueno es que tú también has dado los tuyos.
Pero rendirse
no es lo tuyo. Aunque siempre se percibe que a otros no les cuesta nada. No
entregan tareas, se columpian en el trabajo de los demás y siempre ganan. A
veces con mejores punteos que los tuyos. ¿Qué es eso? Parece ser que a ti se te
hace todo más difícil. La familia no apoya. El trabajo no apoya. El tráfico no
apoya. La lluvia no apoya. El frío no
apoya. El sueño no apoya. El salario no apoya. La memoria no apoya. El hambre
no apoya. Lo sé, pero no te preocupes estoy contigo. Ahora ni siquiera recuerdas cuáles fueron los cursos que recibiste.
Ni siquiera recuerdas el nombre del catedrático o, ¿Sería catedrática?
Son 40
cursos. ¿Cómo vas a recordar tantos nombres? Pero tuviste la suerte de conocer
a los mejores. Un catedrático sorprendente que quieres imitar ¡Qué
profesionalismo! ¡Qué forma de razonar! ¡Qué capacidad para convencerme que no me equivoqué de carrera! y también tuviste una catedrática que vale la pena
saludar en cualquier lugar, porque es un modelo de inteligencia ¡Qué maravilla
conocer mujeres de éxito en esta carrera! Y, ¡Qué humildad! La vida no quiere mucha ciencia quiere
más modelos como ellos. Viéndolos a ellos claro que quieres continuar. Y te
dices en la mente. Este es mi lugar, este es mi mundo, no piensen que un fracaso
me conmueve. La vida no me hará ser vagabundo, si actúo cual las aves cuando
llueve. Yo sé que triunfaré, esa es mi meta, seguiré estudiando, no me voy a
retirar. Prefiero llevar libros, no maletas, aunque mi cincho tenga que apretar.
Pero hay
altibajos nuevamente. Hay catedráticos que piensan que los alumnos no son
humanos. Un resumen de un documento de 2,000 hojas ¿Qué es eso? Y para colmo de
males lo quieren a mano. No te preocupes, estoy contigo. Hay catedráticos que piensan que el estudiante solo
está para atender un curso, ¡Su curso! Lo peor es que ni siquiera cuentan
chistes. Para colmo de males en lugar de dar la clase hasta te cuentan sus
problemas, lo que les está haciendo su ex esposa. Otros catedráticos dejando al
auxiliar en su lugar, para que lo corrijan los mismos alumnos. Y el auxiliar
con ínfulas de grandeza pero con conocimientos de primaria en su cabeza.
A veces te
surgió una pregunta: ¿A dónde vamos a parar? Estudiantes que no quieren poner
ningún esfuerzo, no entregan tareas y a todo le toman foto para ahorrarse la copiada. Catedráticos que
no quieren poner ningún esfuerzo, son simples pasadores de diapositivas y lo
peor aún, con faltas de ortografía. Y con tantas muletillas para hablar. Sé lo que sentiste, recuerda que estoy contigo.
Has visto como
llegan los que llegaron primero. Sus alocuciones. “Quiero agradecer a mi mamá,
a mis tíos, a mis primos, a mis catedráticos, a mi maestra de primero primaria,
al patojo que me vendía los shucos, a la vecina, al chucho, al gato” Y en esos
momentos tus ideas eran diferentes. Cuando llegue ese momento dirás “Quiero
agradecerle a mi trasero por haberme aguantado todas las horas que tuvimos que
estar sentados, quiero agradecerle a mis dedos por tanto trabajo ingrato que me
permitieron entregar, a mis ojos porque aunque se cerraban aún aguantaron un
minuto más. A mi espalda porque a pesar del dolor me permitió llegar hasta
donde hoy estoy.
Pero hoy
estás aquí: Sé que fue difícil y cansado a ratos, y hasta daban ganas de
olvidarlo todo, pero sé y lo dije: que aunque cambie el modo, en cada camino se
gastan zapatos. Ten siempre presente y descubrirás, que aunque el cielo tenga
grandes nubarrones, lograrán las metas sólo las personas que en la lucha tengan
buenos pantalones,... como tú.
Déjame brindar
contigo. Este es un momento de alegría y tu llanto es merecido porque pretende
limpiar el alma para agradecer en limpio el mérito alcanzado. Para lavar desde
lo más hondo cualquier mancha de rencor y dejar en la memoria solo los
recuerdos que quieres mencionar con agrado en esta historia. Y ahora sí,
quieres agradecerle a tu mamá por haberte dado la vida y solo con eso, todo tu
futuro existe y te permitió llegar hasta aquí. Quieres darle gracias a Dios.
¿Quién más te daría toda la fuerza necesaria para soportar un proceso guiado
por humanos? Con errores y aciertos. Con días de mucho sol y otros días malsanos.
Hoy recuerdas que en cada semestre tuviste un amigo, una amiga, que se fueron
quedando en el camino pero que en su momento pusieron la mano sobre tu hombro y
ese fue el impulso que necesitabas para seguir adelante.
Algunos de
tus amigos vienen detrás, otros se retiraron. Unos avanzaron más rápido que tú.
No sabes cómo le hicieron. Pero has aprendido algo muy sabio. Caminaba contento
y aunque caminaba lento, ninguno puede allí caminar de prisa; porque aunque
esto nos provoque risa, caminaba a tiempo con mi propio tiempo. Estoy contigo.
Pero, sabes
algo: la vida no se detiene. Debes continuar. Fija tu mirada al horizonte,
tienes un camino por delante. Y aunque no es sencillo alzar el monte cuando una
tormenta se avecina, llora y grita, cuando tu ser ya no aguante pero no
desmayes y camina. Y si persigues los halagos de la vida, o te encierras en
buscar solo comida, no tendrás más que vanas cosas. El esfuerzo es el que da
glorias hermosas. Si persigues tu camino con mejores metas, imaginando lo que
impulsa a los atletas, obtendrás los frutos bellos de la vida y sabrás también
vivir feliz. No, no es tiempo aun de pensar que ya no falta nada, el mundo es nuestro, pero falta descubrir el
universo. Yo estoy contigo.
Te felicito con todo el corazón, y propongo un brindis contigo. Que disfrutes del abrazo de un amigo. Que disfrutes el sabor de la victoria. Y con este brindis te aconsejo que camines. Porque hoy, hoy es el primer día del resto de tu historia.
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