Edwin Rolando García Caal
He descubierto que tu mirada de investigadora pretende, desapercibida, encontrar entre la gente esa alma perdida que busca tener dueño. Y buscas los ojos bonitos que destellan chispas de alegría y comparten luz cuando avanzan por la vida, porque muy en el fondo quieres a alguien que alumbre con chispitas tu camino. El destino te ha propinado una serie de modelos y detrás de tus anhelos se sitúa la imagen imponente de aquel hombre que por alto se percibe muy bien entre la gente. Lo buscas de pelo castaño y que por edad no te molesten tus amigas diciendo que has encontrado a alguien de antaño.
Lo buscas de piel suave y que modele pelo en pecho porque al final, tipos así son los que harán que tus compañeras se muerdan los labios, por despecho. Buscas un amor de tu misma edad pero diez años más maduro para que pueda en todo momento sacarte del apuro. Que sea cariñoso pero NO con cuerpo de oso, sino liso y abultado demostrando entre la ropa los abdominales que ha gastado. Lo quieres de ojos grandes y no te interesan sus anhelos porque crees ciegamente que estará dispuesto a correr contigo el mismo camino y que tus metas serán las suyas, y que tus logros serán recibidos por él, como algo digno “de mil bullas”.
Lo imaginas educado porque se percibe en su mentón casi perfecto. Sabes que es un hombre predilecto, sin defectos y con muestras de cultura milenaria. Sabes que es él, porque te impactó desde el primer momento. Porque parece un hombre sacado de algún cuento y él sin decir nada ha incrementado la producción de tu saliva. Allí está y te ha mirado. Interpretas su mirada como la más bonita propuesta de amor y corres a su lado con melosa melodía y cuando te extiende la mano, de una vez te inclinas para que rose tu mejilla con sus labios y le clavas un saludo de confianza. Su atuendo muestra que tiene buen gusto al vestir y el derroche que hace de recursos, con cadenas en el cuello y pulseras en sus manos, te dicen que el “hijo de papi” tendrá todo el tiempo para ti.
Pero estás equivocada. Él también sabe lo que piensas. Se lo ha dicho su experiencia. Las mujeres se han rendido muchas veces a sus pies y por eso ha aprendido que no es necesario una a la vez. Tiene sus propios deseos y sueña mil veces a alguien que sea superior a él. Tiene fantasías con varias mujeres en su cama y sabe que es posible porque el destino le ama y por eso lo ha dotado de facciones y de piel. Te ve y sabe que eres una más a analizar. No está pensando en lo que pedirá si te invita a almorzar sino en lo que pasará después si te invita a estar con él. Sabe que lo harás porque no eres la primera. Su experiencia partió a los 15 años cuando en “el Cole”, “las chavitas” le entregaron sus pétalos de piel.
Y allí estoy yo, viendo cómo actúas. Sin el tiempo necesario porque vivo en un horario de trabajo y compromisos. Las presiones de la vida me han dejado sin comida, muchas veces, pero he ganado la partida con los meses. Mientras el espejo me recuerda que soy feo, aprendí a descubrir que la belleza no envejece. Está en el alma y ese, es el mejor trofeo. No me interesa cómo vistes, si tu pelo es de “Biolash” o si hueles a “Smoll Talk”; y no quiero descubrir si compraste el “Bubis-bloken” o te has tatuado el “no me toquen”. Sólo admiro tu sonrisa y veo que eres linda, para mí.
Los demás no ven así. Ven tu pelo despeinado y tu ausencia de colash. Y te aclaro algo hoy: a veces no ven tu rostro, sólo el “vamos, voy, que voy”.
Mi interés en cambio, es escucharte. Ver que avanzas comprendiendo el lenguaje de la vida. Y esperando que descubras con el tiempo que no soy alma perdida. Yo ya tengo mi futuro. Tengo casa y tengo carro pero no por presumir, sino porque yo sin ellos, no tendría donde dormir. No hay argollas en mis manos, ni cadenas, ni reloj y el dinero que me falta, se lo doy a mi mamá. He criado a 7 hermanos y mi anhelo es ser “ejemplo de honradez”. No me gusta el despilfarro y no bebo nada en tarro. Soy tan solo, una pieza de ajedrez. Pero tengo metas altas que quisiera compartir.
No comparto tus defectos y no fumo, ni por nervios. Mi lenguaje es muy cortés. Adquirí sabiduría de la forma poco amable, mas los golpes de la vida me enseñaron a ser pez. Soy romántico y poeta y fluido en el hablar. Y quisiera, algún día, cuando tú hables conmigo, que no me mires como amigo. Que las veces que te hago reír, sean preámbulo de un mejor porvenir. Que la seguridad que sientes cuando me abrazas y la confianza que me tienes cuando me avisas que besaste calabazas, abra la puerta a mi futuro de hombre maduro. Y ese muro que te separa de la felicidad verdadera termine como en Berlín, dejando que los complejos lleguen a su fin. Vamos a poner algo aquí en tu corazón, a ver si lo aprendes. No se elige a la persona más bonita del mundo, se elige a la persona que hace más bonito tu mundo, o sea que bien podrías elegirme a mí.
Sí. Te elijo...
ResponderEliminarMuy lindo.
ResponderEliminar¿Harías mi mundo bonito?, Porque te elijo a tí...
ResponderEliminarQue palabras tan impresionantes
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