Edwin Rolando García Caal
Amiga mía quiero pedirte que me
hagas un favor. Es algo que deseo compartirte y te lo pido. Amiga mía, yo te
suplico que lo hagas por mi bien, ahora mismo yo te lo explico y lo agradezco
también. Yo sé que tú conoces de todo lo que tengo en mi pasado y sabes bien
que de ningún modo con maldad he lastimado. Escucha bien que lo que yo quiero
nunca antes lo he pedido, pero por un amor ahora de verdad estoy perdido.
Necesito que utilices argumentos
que me puedan defender, que recuerdes todos esos momentos de mi vida, que
conoces. De verdad necesito de tu apoyo, necesito portavoces, que le digan todo
lo que yo siento a esa mujer. Es una hermosa dama que me ha dado una esperanza,
por ella mi ser exclama una alabanza. Porque vi que su mirar avanza con
nostalgia y desconsuelo, y aunque ella sigue allí, yo ya no estoy pisando el
suelo.
Yo, pensando que una vez podría
regalarle mi alegría, sin querer entré en ese lugar del que no puedo escapar. Y
siento que lo que yo siento no es algo para jugar, que si ella no me acepta,
todo perdería. Ahora estoy metido hasta el fondo de su forma de pensar, y me
enamoré de su semblante y de todo su actuar. La vi como no había visto antes a
ningún ser sobre esta tierra y quisiera que sus manos amantes no me hagan la guerra.
Yo te pido que con tus
influencias de mujer que me conoces, le expliques que yo soy sincero y un buen
hombre para ella. Tú sabes que jamás he intentado disfrazar una querella. Tú
sabes que yo soy sincero en mi sentir. Díselo a ella.
Te pido que con el cariño que tú tienes
para mí, logres, según escudriño, convencerla de mi amor. No quiero terminar
hundido en la tristeza y el desencanto. Yo sin ella tendría medido mi tiempo en
llanto. Si tú se lo dices sé, que bien podría aceptarme. Ya que estoy dispuesto
a darle de mi amor hasta morir. Yo siempre te agradeceré, por favor, ven a
ayudarme. Tú eres quien mejor me podría referir.